EL NACIONAL
9 DE ENERO 2012
@eduardo_semtei
Primera vida. Infancia nada especial. Muchacho de pueblo. Juegos de pelota, gurrufío y perinola. Primaria sin mayores logros. No se destaca. Uno que otro viaje al mar, baños en ríos.
Secundaria regular. No mostraba inclinación hacia ninguna área específica. Es aconsejado por tíos para ingresar a la carrera militar. Consideran que es un sistema seguro para alcanzar una profesión.
Segunda vida. Carrera militar hacia subteniente. Vida militar promedio. Nada sobresaliente en materias militares o civiles en la academia. Forma grupos.
Forma organizaciones. Forma circuitos. Forma relaciones. Conoce a Chávez. Frecuentes reuniones con Chávez. Con Arias Cárdenas. Con Acosta Chirinos. Chávez muestra preferencias por su persona. Reuniones con gente de Bandera Roja. Reuniones con gente de La Causa R. Con la Liga Socialista. No está convencido de enlistarse en procesos de izquierda o socialistas, mucho menos comunistas. Arranca a conspirar abiertamente. Se alista para el golpe de Estado. Participa en el golpe de Estado.
Tercera vida. Fracasa estrepitosamente el golpe de Estado.
Narra a sus cercanos que fue un error ese golpe. Es un preso promedio. No asume ninguna tarea especial dentro del conglomerado de militares detenidos. No asume tareas de dirección. No estudia. No lee. No escribe. Sigue protegido por Chávez. Se une a la solicitud de indulto. Caldera, en un acto que algunos celebran y otros critican, ordena la libertad de los presos y llega aún más lejos, autoriza el reingreso a la Fuerza Armada de algunos oficiales comprometidos con el golpe.
Caso de Vielma Mora y Eliécer Otaiza, reingresaron al Ejército y pidieron su baja de capitanes.
Todos esos tenientes no tenían dinero ni experiencia política, hoy por hoy les sobra, tal como afirma Ernesto Alvarenga un chavistólogo de primera línea.
Cuarta Vida. Se incorpora al MVR y al PSUV bajo la protección de Chávez que no lo ha dejado desamparado ni un instante. Lo privilegia sobre otros militares y muy marcadamente sobre los civiles. Dirigentes no militares como Aristóbulo Iztúriz, Darío Vivas y Cilia Flores se arrodillan vergonzosamente frente al delfín del Presidente.
No les da pena ni vergüenza.
Los teóricos como Carlos Escarrá o Earle Herrera o Roberto Hernández Montoya no son sino simples admiradores/seguidores/jalabolas/temerosos del poder del Siete Vidas. Llega al Gobierno y es considerado un líder moderado, sencillo, colaborador, respetuoso de la propiedad. Poco a poco tal percepción se va perdiendo en un mar de hechos censurables.
De ejercicio abusivo del poder.
De utilización del padrinazgo de Chávez para traspasar todas las fronteras muy bien descritas por el general Müller Rojas y por el mexicano-alemán creador del concepto socialismo del siglo XXI, Heinz Dieterich. Se oyen por primera vez los conceptos de alacranes, culebras, bichitos del poder. También se oye sobre la derecha endógena. Chávez no lo abandona. Lo coloca de gobernador de Miranda. Hasta esa fecha no ha escrito ni un solo articulo de prensa, no ha dado ningún discurso memorable, no ha anotado ninguna idea brillante, no ha hecho ninguna obra pública memorable, no ha presentado un proyecto decente.
Quinta vida. Pierde las elecciones a gobernador. Es evidente que realizó un pobre gobierno en el estado Miranda que ni siguiera Chávez pudo ayudarlo. Es llevado al congelador en Monagas donde se divierte un poco cercando al Gato Briceño que no lo quiere ver ni en pintura ni oírlo en un rosario.
Sexta vida. Arranca su experiencia parlamentaria. Chávez lo coloca como ponente de algunas leyes muy publicitadas.
Sigue sin mostrar ninguna brillantez. El amparo y protección del Máximo no cesa. Es su muchacho de "los ojos verdes".
Séptima y última vida. Chávez raspa a Soto Rojas y coloca de presidente de la AN al susodicho. Ya no hay más vidas. Diosgato. 40 y pa’la cola. Te sale octubre.
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