martes, 20 de diciembre de 2011
VÍCTOR JOSÉ LÓPEZ Oído en la Chata
Uno de los primeros manifiestos del actual régimen, recién electo presidente de la República Hugo Chávez, fue el recordado sainete del intercambio epistolar con Carlos Ilich Ramírez “El Chacal”.La carteadera ña detuvieron, porque se desnudaban como implacables terroristas Chávez se creía Bolívar en Jamaica metiendo la pata hasta el cuello.
Más adelante en el tiempo, a medida que se sentía más poderoso, Chávez no tuvo recato para apoyar, abiertamente, al ejército de la FARC, ordenar minutos de silencio por cada muerte de un asesino terrorista, abrazarse y elogiar líderes como Saddam, Mugabe, Gadafi, repartiendo réplicas de la Espada de Bolívar y entregando como si entregara chapitas la Orden del Libertador. Escomo ahora lo hace con Kim Jong-Ill, a quien calificó abiertamente compungido como de “camarada”.
Todo esto porque Leopoldo López se entrevistó con el ex presidente Álvaro Uribe en Bogotá y porque ha declarado abiertamente su lucha a la Inseguridad que padecemos todos los ciudadanos que vivimos en este aterrado territorio nacional.
Chávez, sus conmilitones y voceros estuvieron varios días en silencio, hasta que Diosdado Cabello con su discurso fue el heraldo para la agresión. Insultan, gritan, ofenden pero no dicen cómo debe hacer un trabajador cada día para bajar del cerro e ir al trabajo, ni qué tienen que hacer los muchachos para ir a la escuela sin que los malandros les acosen y agredan. Tampoco ofrecen fórmulas a la ciudadanía la tener seguridad en sus casas, poder ir a las emergencias en los hospitales o clínicas privadas sin el terror del asalto. Llevan 13 años en el poder, comprándole armamento a China y a Rusia y son derrotados en las cárceles por los presos mejor armados que guardias y soldados.
El haberle recordado a Venezuela que la Inseguridad es una prioridad Nacional, le molesta a Hugo Chávez. Le molesta porque no tiene la intención de crearle Seguridad a la nación, ya que el aterrorizar al pueblo es una forma de reducción que viene desde los días de Stalin, que creció con Fidel y El Ché y que ahora ha convertido a Caracas en la Ciudad del Crimen.
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