La silla macabra
La imagen de Noriega regresando de la
prisión francesa en silla de ruedas para
ingresar a la prisión panameña donde pasará
el resto de su vida, no deja dormir a
nuestros ilustres narco-generales. En Panamá,
ese delincuente fue señor de horca y
cuchillo. La engañosa sensación de impunidad
que el poder crea le hizo pretender
que además podía ser un rey de la droga.
Una noche vinieron, lo agarraron y se lo
llevaron. Nadie protestó y desde entonces
está en cana. Antes de eso se divulgaron
sus malhechurías, como ahora se divulga
la de los narco-generales venezolanos en
una lista donde son todos los que están
pero no están todos los que son. Se explican
las pesadillas y el insomnio. Bueno…
¡Hasta el cáncer!
Twitter:@PoleoRafael
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