
Hay naciones como Inglaterra que no tienen ni nunca han tenido, una Constitución tal como se entiende habitualmente; parece mentira que un país que frecuentemente sirve de modelo de democracia y se pone como ejemplo de Estado, no se rija por una “sagrada carta magna”, como gusta nombrarla – aunque la pisoteen a diario – escrita por un grupo de sabios que la pensaron concienzudamente, la discutieron, se la aprobaron y a guardar en el sagrario.
Los hijos de la Gran Bretaña, con perdón, no cuentan con nada de eso; llevan siglos y siglos acumulando una larga serie de experiencias, que según les ha ido las guardan como en un dietario y tras ponerse de acuerdo, deciden cumplirla, la cumplen y todo sigue su marcha. O sea, que para los ingleses y algunos más, el “según vamos yendo, vamos viendo” funciona. De esa manera son tal vez la monarquía más antigua del mundo y han pasado por todo, pero con las reglas de juego claras aunque no estén encuadernadas. Jamás he visto a un laborista o conservador británico sacarse una constitución del bolsillo donde debe ir el pañuelo y abanicarla para recordarnos de qué se trata. Ni siquiera los tan mentados “indignados”, los británicos, que también quieren cambiar todo mencionan para nada la constitución, debe ser porque saben que no tienen.
Pero con los siglos han tenido que incorporar nuevas reglas de juego para poder seguir el compás de los tiempos; al parecer recién ahora, en el Parlamento inglés se está barajando al fin una ley en que las hijas de los reyes tengan el mismo derecho a heredar el reino, si es primogénita, que los varones. Sorprende que en la nación adelantada y defensora de la igualdad de géneros, pionera en lograr la paridad de los derechos de las mujeres, se de la paradoja que siendo la monarquía en activo más antigua, las hembras no tiene las mismas oportunidades que los varones a la hora de acceder al trono
En más de mil años ha habido innumerables reyes en Inglaterra, pero sólo cuatro mujeres alcanzaron el trono debido al hecho de no haber descendencia de varones, es decir por carambola. Sin embargo para vergüenza de los monarcas varones, tres de esas cuatro reinas (a la primera Ana I la ejecutaron temprano) tienen los records de permanencia en ejercicio de su cargo, muriendo dos en sus camas reinando y siendo queridas por su pueblo, pues lograron épocas de paz y progreso, aún sorteando enormes dificultades.
En primer lugar está Isabel I de Inglaterra (1533-1603), la quinta y última monarca de la dinastía Tudor; hija de Enrique VIII y Ana Bolena, la segunda de sus seis esposas, que como no podía divorciarse solía matarlas. La Bolena como se sabe murió ejecutada por su esposo cuando Isabel tenía tres años, y fue declarada hija ilegítima. Sin embargo tras la muerte de sus medio hermanos Eduardo VI y María I, asumió el trono que ejerció el resto de su vida, 45 años nada menos. Tal vez tras el ejemplo que dejó su padre, nunca se casó, con lo que con al tiempo se la llamó “la reina virgen”. Durante su largo reinado Isabel supo lidiar magistralmente con reyes de la talla de Felipe II de España y Francisco II de Francia, además de diversos Papas, cuando el Vaticano era el Vaticano, y hasta el Gran Duque de Alba, ganándoles habitualmente la partida. Construyó la mayor flota del mundo que hizo a su país dueño de los mares. Hábil y audaz diplomática tejió un encaje de alianzas y relaciones con formidables enemigos, saliendo airosa de casi todas las causas y guerras en que se implicó.
La otra gran reina, Victoria del Reino Unido (1819-1901), fue la más longeva en el trono de la historia, 64 años. Reina de Inglaterra a la vez que Emperatriz de la India. Puso a la Gran Bretaña en la cúspide, como la primera potencia mundial, desbancando al imperio español; sus posesiones se ubicaban en los cinco continentes, además de los dos polos: la Antártida y el Ártico. Su influencia social fue tal, que a su tiempo se llamó “era victoriana”. Cambió la pompa, el lujo y el derroche desmedido de las cortes al uso, por unas maneras discretas y austeras, aunque abolengo le sobraba. Casó con su primo el príncipe Albert de Sajonia-Coburgo, con quien tuvo 9 hijos que fueron reyes y príncipes; debido a eso se la conoce como “la reina abuela de Europa”. Única hija del duque de Kent, cuarto hijo varón del rey Jorge III, estaba lejos del trono en la lista dinástica. Sus padrinos de bautizo fueron su tío, el futuro rey Jorge IV, El zar Alejandro I de Rusia y sus madrinas Carlota, reina de Wurtemberg y su abuela Augusta Reuss duquesa viuda de Sajonia.
La reina Victoria es tatarabuela de la actual reina de Inglaterra Isabel II y de su primo y cónyuge Felipe de Edimburgo, así como de Juan Carlos I de España y de su esposa Sofía de Grecia, lo mismo que de Margarita II de Dinamarca, el rey Carlos XVI Gustavo de Suecia y de Harald V de Noruega, como se ve sus 9 hijos se colocaron bien. Su esposo Albert fue el creador de la I expo Mundial de Londres en 1851, donde Inglaterra asombró al mundo con sus inventos y poderío industrial. A la muerte de éste en 1861, Victoria se alejó de la vida social y vistió de luto hasta su muerte. El pueblo hacía décadas que no la había visto más que en fotos y cortos del reciente invento llamado cinematógrafo, cuando al final de sus días se mostró públicamente en la carroza imperial, en un desfile por Londres para celebrar las bodas de diamante de su reinado. El pueblo la aclamó con delirio. Fue el gran final, pues pocas semanas después murió.
La tercera reina, Isabel II de Windsor, del Reino Unido (1926), es la actual monarca de 16 Estados Soberanos, reinando desde 1952 o sea que lleva, 59 años en el cargo; su biografía es sobradamente conocida por la historia o por la revista Hola, pero merece la pena anotar que sumando los años de mandato de estas tres señoras, sobrepasan con creces el siglo y medio de reinado exitoso, algo de lo que ningún monarca británico del sexo opuesto puede presumir. Las tres fueron llamadas a reinar cuando menos lo esperaban y vieron los cambios de siglo desde el trono. Qué será cuando deroguen la ley Sálica (ese es su nombre); aún quedan reinos donde sigue vigente. Los reyes consortes tal vez quedarán para adornar los salones.
carlosmmontenegro22@gmail.com
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