© Carlos M. Montenegro
Históricamente ha sido cosa normal que los líderes, o los que pretenden serlo, traten de ganar adeptos, acercándose cuanto más mejor a las masas, que suelen ser las menos letradas, diciéndoles lo que quieren o necesitan oír. La vía más rápida y efectiva es la de aparentar adscribirse a las creencias profundas de los pueblos con esas características, da igual sin son religiosos, o supersticiosos, y abusando de su ingenuidad, de una forma u otra logran sus propósitos llevándolos “al huerto” y venderles su mercancía. Una vez logrado, no se vuelven a acordar y los desconocen e ignoran, hasta que las circunstancias o las conveniencias aconsejan reavivar la cosa y utilizarlos de nuevo. Eso es muy común, sobre todo entre cierta clase de políticos desclasados, de múltiples banderas y provenientes de los 4 puntos cardinales; en el argot político no es otra cosa que populismo y demagogia.
Observando los últimos actos del jefe de gobierno venezolano, no deja de sorprender que cabalgando sobre su misteriosa y supuesta grave enfermedad y el hecho de que vienen unas elecciones pronto, sumado a que las encuestas le dan unos resultados poco favorables, según aseguran sus más conspicuos opositores, el presidente, de repente se ha mostrado en una serie de actos que denotan una audacia notable, y producen en el mejor de los casos gran estupor.
En pocos días ha asistido a una especie de acto de fe católica, con uno o varios tonsurados incluidos, pidiéndole al Santísimo por su pronta restitución, con abundante parroquia presente rezando con fervor. Poco después y en el mismo sitio se celebró otro acto similar, pero esta vez de índole indígena con un plumero digno de fiestas patronales y con un propósito similar pero con sus correspondientes chamanes y el jefe de Estado como en el evento anterior de cuerpo presente. Simultáneamente en la isla de Cuba se celebró, aunque de cuerpo ausente, otro acto de carácter similar pero con los componentes africanos ancestrales de santería, típicos de la isla, patrocinado supongo por sus reconocidos mentores hermanos Castro. Se trató de una ceremonia del rito Yoruba. No faltó de nada, con tambores batá y todo; el acto se llamó “Bilongo de Chávez” y hubo oraciones a María Lionza, al Negro Felipe y al Cacique Guaicipuro, todo “espontáneo”, y es que en Cuba están pendientes de todo.
También se ha publicado que en Nueva York, una Iglesia Luterana celebró una jornada de oración por la curación de nuestro jefe del ejecutivo, y un alto cargo del gobierno declaró que desde hacía semanas se habían ido celebrado actos similares por parte de judíos, musulmanes, cristianos ortodoxos y hasta budistas, en los países amigos del “pueblo venezolano”. Ninguno de estos últimos eventos me consta, pero en prensa sí salieron publicadas las declaraciones de un funcionario oficialista. Lo anterior pude verlo en TV transmitido en abierto por el canal del Estado VTV, y posiblemente en cadena
Todos estos actos llevan a pensar que tanto fervor junto es con el fin de recurrir a la mayor cantidad de fuerzas espirituales posibles, para sacar al comandante presidente de tan malhadado trance. Pero no, unos días antes había asegurado en diversas cadenas nacionales que estaba en plena y exitosa recuperación, siguiendo con obediencia un tratamiento adecuado y perfectamente normal, algo que repite machaconamente cada vez que aparece en TV o radio. Pero en ninguna de sus intervenciones se privó de mandarnos su acostumbrada andanada haciendo responsables a los de siempre de todo lo que perturba a su pueblo (?), su vehemencia no parece concordar con el pobre enfermo necesitado de tantas liturgias juntas.
Estos son los hechos objetivos, le duela a quien le duela. No faltan opositores a su revolución que opinan sobre esto, lo contradicen y analizan concienzudamente, desmenuzando su desastrosa gestión gubernamental y la forma de llevarla a cabo. Doctores tiene la Iglesia, cosa que el presidente asegura importarle poco o nada.
Me viene a la memoria una cita del evangelio según no sé cuál discípulo, o tal vez algún sesudo filósofo griego dijo algo así como:
“por sus frutos (u obras) los conoceréis”
Yo me remito a eso, y espero pacientemente que los políticos se encarguen de hacer su trabajo, ya que no me siento capaz de aportar mucho a la solución de lo que estamos viviendo, pero lo que sí sé es que continuamente me siento agredido por el mal gusto
En el siglo pasado Venezuela era reconocida por unas pocas cosas, aunque no abochornaban como ahora: éramos petróleo, mujeres hermosas, tierra de perlas, de gente tranquila, de telenovelas bastante cursis, de casi medio siglo de república con cierto nivel de democracia, de cierto “nuevoriquismo” y hasta del buen gusto y la “clase” de los diseños de Carolina Herrera; y paren ustedes de contar.
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