MARI MONTES le dio vida a Lucía, quien tiene por padrino a César Miguel Rondón

“Gracias por recordarnos que hay otro salón de la fama para nosotros los mortales”,dijo el padrino de Lucía, César Migue Rondón.

VÍCTOR JOSÉ LÓPEZ
El Vito


A Mari Montes la asociamos con beisbol, con la defensa de la dignidad profesional del periodista y muy especialmente con la amistad.
No son sus únicas virtudes, pero de estas tres, hay dos que sé que han sido motivo de una vida contracorriente en una sociedad que no veía claro que la mujer tuviera que ver con la pelota, y en la que para el régimen imperante el periodismo es culpable de todo.
Sin embargo, como ha sucedido siempre entre los venezolanos, Mari tiene a la amistad en un altar, y el calor y la luz de su afecto lo han mantenido siempre.
César Miguel Rondón, amigo admirado y muy apreciado, es el padrino del libro de beisbol que Mari Montes ha escirto para los niños: Lucía, la pelota que soñaba con llegar al Salón de la Fama, quien en el momento del bautizo de la obra sentenció: “El béisbol va a contracorriente de la lógica deportiva. Es el único deporte que acepta feliz un disparate como que el juego no se acaba hasta que se acaba... y Mari le paró a esos detalles”.
Cada uno de los libros que Mari Montes ha escrito, son como hijos suyos, comentaba Eduardo Sanabria, el famoso “Edo” con quien compartimos cada vez que nos reunimos en el Caracas Press Club, del que Mari es su presidenta, tiene su propia historia de “Lucía”, una pelota “vanidosa y engreída” – término de la propia Mari, para justificar el hecho que el beisbol “quien le quita la vista a la pelota, pierde el juego.”
Es un cuento de beisbol, la historia de una pelota llamada Lucía y que quiere ser famosa y meterse en el Salón de la Fama. Un cuento que mezcla la fantasía con la realidad, porque transcurre en la temporada de 1998, año de la rivalidad entre Mark McGwire y Sammy Sosa y su relato está fundamentado en acontecimientos que ocurrieron en los campos del beisbol.