LA INSEGURIDAD
L a inseguridad es para los venezolanos un problema que no discrimina a nadie. El delincuente no pregunta si su víctima es pobre o rica, si es de piel blanca u oscura, o si es del Gobierno o de la oposición. A pesar de ello, el tema no ha escapado a la diatriba política olvidando que, tarde o temprano, debido al fracaso del oficialismo para darle respuesta rápidas y concretas a esta crisis debemos acordar maneras y soluciones que involucren a la sociedad en su conjunto.
La inseguridad será sin duda un tema electoral para el año que viene. ¿Y por qué no habría de serlo? Este Gobierno ha sido especialmente ineficaz e indolente frente a ese problema, por lo que usar estos argumentos en una contienda electoral es válido y necesario. Entre todos los problemas que sufren los venezolanos, la inseguridad lleva seis años en el tope de las preocupaciones en todas las encuestas de opinión, al extremo que dobla en menciones el costo de la vida.
Todos los venezolanos conocemos los altísimos niveles de inseguridad que se registran en la mayoría de los centros urbanos. Por ello parece infantil que el ministro del Interior y Justicia y el director de la Policía Nacional se den a la tarea de criticar el trabajo de gobernadores y alcaldes y de las policías municipales y regionales.
Es desproporcionado sugerir, en contra de toda legalidad, que el Gobierno central asuma la administración de esta o aquella policía regional o municipal porque a un ministro fracasado le parece que no cumplen con su trabajo. Casualmente, esas policías están bajo el mando de opositores al régimen. Esto desafía todos los objetivos y esfuerzos que viene realizando el propio Gobierno desde los tiempos de la Conarepol y del órgano que ella misma creó: el Consejo General de Policías.
La verdad es que, según las cifras oficiales que presentó el ministro en su Memoria y Cuenta de 2010, el Distrito Capital -ojo, es el municipio Libertador- es el que reporta mayor tasa de homicidios en el país, con 80 por cada 100.000 habitantes.
Esto es a pesar del despliegue de la Policía Nacional Bolivariana y el Dibise. Le sigue el estado Vargas con 68 y Miranda con 66.
Estados como Táchira y el Zulia más bien se ubican entre los que reportan menor tasa, con 28 y 30, respectivamente.
El tema de la inseguridad no debe analizarse con base en si este u otro municipio o región es más inseguro que otro, sino ceñirse a un plan coherente de acción que responda a las directrices y recomendaciones que nacieron de la Conarepol y de otras experiencias internacionales.
En estos días el ministro alegaba que este Gobierno ha sido el único con políticas para luchar contra la inseguridad, pero los números desafían la eficacia de esas políticas. Lamentablemente para todos los venezolanos, 2011 se perfila como otro que batirá récord en indicadores delictivos, siendo los más preocupantes los secuestros y los homicidios. ¡Cállese, ministro!
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