viernes, 23 de septiembre de 2011
BEISBOL por GOTAS: Luis Salazar, misión cumplida contra viento y marea
“Cosa muy difícil de hacer o conseguir”: es una de las definiciones de la palabra imposible.Pero ese término no existe en el diccionario del valiente Luis Salazar.
Manolo Hernández Douen
www.beisbolporgotas.com
“Cosa muy difícil de hacer o conseguir”: es una de las definiciones de la palabra imposible.Pero ese término no existe en el diccionario del valiente Luis Salazar.
Lo acaba de demostrar una vez más con hechos contundentes, al completar la temporada como dirigente de los Hillcats de Lynchburg, sucursal Clase “A’’ fuerte de los Bravos de Atlanta.
Lo hizo el mismo año en el que casi perdió la vida en un dramático accidente que le costó el ojo izquierdo.
Por su esfuerzo, por la calidad de su trabajo, fue recompensado por los Bravos, que lo subieron por 10 días a las Grandes Ligas a comienzos de septiembre.
Ese premio a su capacidad coincidió con su tan merecida elección al Salón de la Fama del Béisbol Venezolano junto a Oswaldo Guillén, Wilson Alvarez y Roberto Muñoz.
Un capítulo que comenzó con una horrible pesadilla terminó con momentos gloriosos para el humilde nativo de Lecherías, hermoso balneario de Anzoátegui, en la región oriental de su querida Venezuela.
¿Sorpresa? Tal vez para los que no conocen bien al hombre que una vez retornó a lo grande cuando su carrera como pelotero supuestamente había terminado por la devastadora lesión en una rodilla sufrida cuando no se vislumbraban los adelantos en cirugía que hoy existen.
Los que lo admiran y respetan por varias décadas estaban convencidos de que superaría con creces un nuevo reto, por muy grande que fuera.
“Eso quiere decir que él tiene una determinación de dirigir en liga grande”, expresó el legendario dominicano Felipe Rojas Alou en una entrevista a Béisbol por Gotas al respecto. “Con un ojo él lo puede hacer. Ciego no puede, con un ojo sí puede hacerlo, porque él ya no va a batear, ni a lanzar.
“Lo que le pasó, ese accidente tan raro y devastador, me dolió como si hubiese sido a un hijo mío”, subrayó el hombre que pegó 2,101 hits –entre estos 206 jonrones- en las Grandes Ligas, ganó 1,033 juegos como dirigente en el Béisbol de Lujo y hoy es asistente especial del gerente general de los Gigantes de San Francisco, Brian Sabean.
Rojas Alou conoce de cerca la trayectoria de Salazar especialmente por haber dirigido con éxito en las exigentes ligas invernales incluyendo a los Leones del Caracas.
“Ese es tremendo hombre y fue tremendo pelotero también”, elogió Rojas Alou. “El conocimiento lo tiene, la experiencia la tiene. Esa organización le debe agradecer a él su valentía y su dedicación”.
El drama de Salazar también fue seguido bien de cerca por otra gran gloria latinoamericana como lo es el también quisqueyano Manuel Mota, quien le ha dedicado más de medio siglo al béisbol a diferentes niveles como jugador brillante, dirigente y formador de campeones.
“Luis siempre ha sido un batallador y siempre ha sido ganador”, conceptuó Mota, instructor de los Dodgers de Los Angeles desde hace 32 años. “Por eso ha ganado esta batalla.
“Es tremenda persona, buen hombre, buen amigo, buen padre”, enfatizó Mota. “Una persona muy dedicada, muy entregada a su trabajo.
“Sin lugar a dudas es un gran instructor”, detalló el otrora rey de los emergentes -150 hits en ese exigente rol- en Grandes Ligas. “Un hombre que sabe enseñar y tiene la paciencia para hacerlo, la dedicación para brindarle buenos consejos a todos los muchachos, ayudándolos a desarrollar sus habilidades.
“Lo admiro por su coraje, esa valentía que ha tenido”, acentuó el famoso, pero a la vez sumamente humilde, número 11 de la tropa blanquiazul.
Ese hombre tan enérgico, empero, casi claudicó de la emoción al ser homenajeado.
“Fredi [González, manager de la novena de la Liga Nacional] hizo un mitin con todos los jugadores para darme las gracias y casi me hicieron llorar”, reveló Salazar a Béisbol por Gotas desde Orlando, Florida, donde dirigirá a la novena de Atlanta en la Liga Instruccional hasta el 20 de octubre. “Me dijo que se sentían bien contentos con mi trabajo. Se levantaron todos para aplaudir”.
“Desde que llegué a Atlanta me tomaron en cuenta, me llamaban para escuchar nuestros reportes, lo hicieron todos desde el presidente del equipo [John Schuerholz]”, explicó el venezolano. “Me queda la satisfacción de que están contentos con mi trabajo.
“No me invitaron por el accidente, sino por el trabajo que se hizo”, afirmó Salazar, quien nunca había ido a una Liga Instruccional porque solía participar siempre en la pelota invernal bien fuera como jugador, coach o dirigente. “Me hace sentir orgulloso. Doy gracias a Dios, porque pude de nuevo hacer lo que me gusta. Enseñar, dirigir, siempre han sido importantes para mí”.
El comienzo no fue fácil, admite el deportista de 55 años de edad.
“Lo más duro fue el primer día, cuando pisé el terreno de nuevo, al entregar la alineación”, recordó Salazar. El trabajo en sí no fue difícil, porque me ayudó la experiencia de haberlo hecho por tantos años.
“Físicamente, lo más difícil fue no poder tirar [al principio] la práctica de bateo, algo que me gusta mucho, eso por la fractura que sufrí en el antebrazo derecho [en el accidente]”, reconoció Salazar. “Nunca me había molestado siquiera el brazo en toda mi carrera. Pero pude salir adelante. Al mes [de comenzada la temporada] pude tirar mi primera práctica”.
Supo ganarse de inmediato el respeto de sus peloteros, contándose entre ellos prospectos de altos quilates –ocho siguen con él en la Liga Instruccional- de los Bravos.
Una satisfacción bien especial se la dio el promisorio lanzador dominicano Arodys Vizcaíno, quien subió a los Bravos a comienzos de agosto. Salazar vislumbra que este joven de 20 años de edad va a ser un abridor tan brillante como ha demostrado serlo Michael Pineda con los Marineros de Seattle.
“Vizcaíno subió rápidamente y tiene un futuro inmenso”, describió Salazar. “Empezó conmigo, tira la recta a 97-98 millas por hora. Va a ser un abridor nato [en Grandes Ligas], pero por los momentos lo necesitan como un pitcher de poder para el bullpen’’.
La satisfacción de contar siempre con el respaldo de familiares y amigos, muy especialmente de su querida esposa, Graciela, fue un gran aliado de Salazar en su doble regreso, primero al reaparecer en la pelota norteamericana luego de un año de ausencia y segundo por volver de su terrible accidente sufrido al recibir de lleno en la cara una línea bateada por el poderoso receptor Brian McCann cuando observaba un juego de pretemporada en marzo pasado desde las escalinatas del banco de Atlanta.
Y justo cuando lo felicitaban recibió la llamada que le hizo el ex jardinero Oswaldo Olivares para informarle que ya es miembro del Salón de la Fama de la pelota venezolana.
“Esto significa mucho para mí porque siempre luché bastante por mantenerme en la pelota invernal”, comentó Salazar. “Nunca dejé de jugar [con los Tiburones de La Guaira, cuya fanaticada lo idolatra y exige que su número 3 sea retirado] con la excepción de cuando estuve lesionado de la rodilla.
“Me siento bien contento de entrar junto a ellos [Alvarez, Guillén, Muñoz]”, acentuó Salazar. “En ese momento [al recibir la información] me agarraron fuera de base, pero sabía que eso estaba por llegar. Me sorprende que Muñoz no hubiera entrado muchos años antes’’.
Apenas puede esperar por ese momento en el que será exaltado al Templo de los Inmortales en noviembre venidero en Valencia.
Disfrutará entonces de las mieles del éxito sumadas por haber representado tan bien al deporte dentro y fuera del terreno.
Y lo hará apenas ocho meses después de que lo daban por muerto en aquella tarde nefasta en la Florida.
Hasta pronto y, por favor, nunca pierdan la esperanza.
(Te invito a leer columnas, comentarios, notas y otros detalles del apasionante mundo del diamante en nuestro hogar beisbolero, www.beisbolporgotas.com)
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