Blog de Víctor José López /Periodista

martes, 16 de agosto de 2011

CONRADO MARRERO, mucho más que un símbolo


Peter C. Bjarkman. 13-08-2011. The New York Times.

Conrado Marrero se estableció como el pitcher más exitoso de la
historia del béisbol amateur cubano durante los años ’30 y comienzos
de los ’40 del siglo pasado, luego lanzó por cinco temporadas con los
Senadores de Washington. Ahora el pelotero de Grandes Ligas más viejo
con 100 años, ha salido fuera del radar en Norteamérica.
Sigue siendo un símbolo de la cultura beisbolística cubana, ayudó a
desarrollar jóvenes peloteros hasta más allá de sus 80 años. Él vive
en un modesto apartamento en La Habana con su nieto Rogelio, y sus
cumpleaños son celebrados a nivel nacional. A pesar de una caída
reciente, Marrero todavía tiene una gran memoria, escucha los juegos y
disfruta discutir sobre los mejores peloteros cubanos del presente.
Nació en un distrito rural en el norte-central, conocido como Sagua
la grande y comenzó sus aventuras beisboleras en la granja donde
transcurrió su niñez. Las intensas labores que demandaba la pequeña
plantaciónde caña de azúcar de su padre, limitaron y moldearon con
severidad el inicio de su carrera deportiva. Marrero recordó su
juventud durante una entrevista en 1999, la primera de varias que
hemos hecho en español a través de los años.
“Soy y siempre seré de la provincia y de los campos”, dijo. “Trabajé
muy duro en el campo con mis hermanos mayores para ayudar a mi padre.
No había mucho tiempo para el béisbol. Aprendí a fildear pelotas con
las manos peladas ¿Sabes como aprendí a lanzar la curva? Practicaba
con naranjas grandes y suaves.
“Comencé como jugador del cuadro, jugaba tercera base, pero un día
recibí un pelotazo en la cara y perdí varios dientes. Eso fue todo
para mí. Pitchear me pareció más fácil y definitivamente más seguro”.
En aquellos días, el circuito amateur cubano de jugadores blancos era
mucho más popular que la liga profesional invernal ubicada en La
Habana, donde había integración racial. Los peloteros del amateur solo
jugaban los fines de semana, y recibían buenos sueldos en empleos
suministrados por las empresas que patrocinaban los equipos.
“Gané una gran fama lanzando para el equipo Cienfuegos, ellos me
pagaban bien”, dijo Marrero quién era conocido como Connie en Estados
Unidos. “Fui el primer pitcher cubano que venció a los Estados Unidos
en la Serie Mundial amateur de 1939. No tenía necesidad de jugar con
los equipos profesionales de La Habana. Nunca quise firmar un
contrato”.
“Pero luego me suspendieron dos veces en la liga amateur. Porque
estaba jugando algunos juegos de exhibición al margen, lo cual era
ilegal. Había ganado 123 juegos y perdido sólo 39 en siete temporadas,
pero me expulsaron. No tuve otra alternativa, Reinaldo Cordeiro me dio
un contrato con el equipo de Chihuahua en la liga mexicana, y fui allá
en 1945 y gané 28 juegos. Así fue que empecé en el profesional”.
Luego de tres temporadas con los Cubanos de La Habana en la Class B
Florida International League, donde tuvo 70 victorias, un no hit no
run y efectividad por debajo de 2.00, Marrero debutó en Grandes Ligas
en 1950, cuatro días antes de cumplir 39 años. En 1951, lideró a los
Senadores con 11 victorias y participó en el Juego de las Estrellas.
El record poco llamativo de Marrero de 39-40 y su efectividad de 3.67,
fueron producto de su edad y las debilidades de la alineación.
Nómbrele a un compañero de quipo o a un rival de la Liga Americana, y
Marrero, le ofrecerá detalles pitcheo a pitcheo de aquellos lejanos
juegos. Los cuentos son infinitos, pero el que más le gusta repetir es
uno que involucra un supuesto encuentro con el toletero de Boston, Ted
Williams.
“Lo que dice todo el mundo es que ponché a Williams y luego le pedí
en el clubhouse que me firmara la pelota”, dijo MArrero. “Entonces, la
próxima vez que lo enfrenté, largó un cuadrangular y me gritó: ‘Ok,
Chico. Encuentra esa pelota y te firmaré la otra’”.
“Siempre me llamaba Chico. Williams era muy amigable y siempre
bromeaba conmigo. A menudo me sorprendía en el campo antes de los
juegos con Boston y me agarraba por los hombros. Luego trotaba
conmigo.
“Pero este chiste del jonrón sólo es una historia más. Nunca ocurrió”.
Menos de una década después que Marrero se retirara de las Grandes
Ligas, la política de la guerra fría cambió su tierra para siempre. Y
sudecisión de permanecer en Cuba después que Fidel Castro llegara al
poder en 1959 tuvo consecuencias difíciles. Marrero ha tenido
dificultades con MLB para conseguir una muy necesitada pensión, pero
nunca ha parecido lamentar haberse quedado y jugar un papel
importante en la construcción de un nuevo béisbol en la
postrevolución.
Cuando le pregunté como fue capaz de ser entrenador de campo con
noventa años Marrero contestó elocuentemente.
“Bueno, porque el trabajo no tenía que ver con correr”, dijo. “Sólo
hablaba con los muchachos. Agarraba la pelota algunas veces. Algunas
veces lanzaba la pelota y les decía, ‘La agarras de esta manera’. No
es como hace algunos años cuando todavía les pitcheaba en las
prácticas. Simplemente tienes que hacer el esfuerzo. Lo hacía porque
me gusta mi trabajo”.
Ahora, sin embargo, sus días de trabajo terminaron. Marrero perdió la
visión en los últimos dos años y usa una silla de ruedas.
Aún así, su pasión por el juego que ha definido su vida nunca a ha
disminuído. Marrero se sienta al lado de la televisión y escucha cada
pitcheo de los juegos de la Liga Cubana. Y le gusta emitir sus
opiniones sobre los jugadores cubanos del presente y el pasado,
comparándolos a través de los años.
“Hoy el juego aquí es mejor que nunca”, dijo Marrero. “Tenemos
grandes peloteros, y muchos son los mejores que haya visto”.
Germán Mesa, una estrella del equipo nacional de Cuba en los 1980 y
1990, fue “el mejor shortstop que haya visto aquí”, dijo incluyendo a
su antíguo compañero con los Senadores, Willy Miranda.
Martín Digo, por supuesto, fue el mejor que nunca ví”, dijo Marrero,
en referencia a una estrella de las Ligas Negras en los años 1920 y
’30 quien está en el Salón de la Fama. “Pero tenemos un gran béisbol
ahora, y eso es parte de la sangre cubana”.
En febrero, la última vez que hablamos, Marrero reconoció su crédito
por ayudar a moldear a Alfredo Despaigne, el toletero del equipo
nacional de Cuba.
“Despaigne es el mejor”, dijo. Lo entrené cuando tenía 13 años. Iba
al campo cada tarde y le lanzaba alrededor de 100 pitcheos. Lo hice un
bateador de excelente swing”.
Marrero, quién jugó contra el legendario Dihigo en su apogeo como
beisbolista y todavía lanzaba práctica de bateo en sus 80 avanzados,
es un vínculo viviente con un siglo de orgullosa tradición beisbolera
cubana.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

Conrado Marrero fue el pitcher que Daniel Chino Canónico y el equipo
venezolano vencieron en la final del Campeonato Mundial de Béisbol
amateur de 1941 efectuado en La Habana, Cuba.

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