Blog de Víctor José López /Periodista

domingo, 21 de agosto de 2011

CARLOS MONTENEGRO: Los seudo sofistas



Sofista: es aquel que se vale de sofismas, que a su vez significa: razón o argumento aparente con que se quiere defender o persuadir de lo que es falso (sic) según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE).



En este mundo tan conturbado en que nos está tocando vivir, los sofistas están a la orden del día en todas las profesiones y en todo el mundo; lo percibimos gracias a la velocidad en que la información recorre el orbe y no es descabellado cavilar en que si todos volaran a la vez cambiaría el clima. Está tan desarrollado, que raro es el medio donde no estén con profusión, y a los no militantes nos traigan a mal traer. Lo que pasa es que los sofistas suelen ser gente hábil que nos llevan al huerto con relativa facilidad; hay que tener cierto grado de sagacidad para detectarlos y cuando se logra, por lo general ya han cumplido su objetivo, pues no es fácil pillarlos in fraganti. Pero no nos engañemos, técnica tan refinada no es mérito de estos tiempos. En sus orígenes los sofistas no eran catalogados de forma peyorativa; no crean, esto es algo que se ha ido destilando sutilmente a través de los siglos hasta llegar a la valoración actual.
Como “sofistas” se designaba a eminentes personalidades de la filosofía y el saber en el siglo V a. c. 2.500 años ha, que no es una tontería. El verdadero término “sofista” en su origen significaba sabio, competente, hábil y así eran considerados quienes lo ostentaban orgullosamente.
Después que Atenas venció a los persas, en toda Grecia, (excepto Esparta) se formaron regímenes democráticos, pero a diferencia de los actuales – representativos – en aquellos, todos los ciudadanos podían participar directamente en las decisiones de las asambleas populares y tribunales públicos que frecuentemente se convocaban. Hacer prevalecer las tesis propias dependía solamente de la capacidad expresiva de cada quien, de su elocuencia, y ahí intervenían también los sofistas, que eran considerados como profesores (incluso percibían sueldos) de un nuevo arte: la erística o lucha para argumentar y persuadir en forma dialéctica, usando formas retóricas y discursivas con el fin de convencer. Si lo defendido era verdad o no era menos importante. Aquellos maestros se dedicaron a educar, si pagaban bien, no tanto al pueblo como a los que pretendían ser caudillos de ese pueblo. Ellos descubrieron que el lenguaje era una herramienta estupenda, un arma convincente para que sus alumnos alcanzaran sus propósitos.
Fueron creadores del “escepticismo”, al afirmar que la verdad no existe, y abrieron el camino de la “psicagogia” (conducción de almas) y en política de la “demagogia” (conducción de gente). De ellos se derivaron el subjetivismo: “la verdad de las cosas conocidas depende del sujeto que las conoce”, “El hombre es la medida de todas las cosas” (Protágoras). Y “la justicia es la ventaja del más fuerte” (Trasímaco). Como se ve, ya se les empezaban a ver las entretelas; pero quienes realmente los “cacharon” fueron Platón, Sócrates y Aristóteles, tres maestros, furibundos antisofistas, que se adelantaron un tanto a nuestro tiempo en esto del pensar, bien o mal pero acertando, y denunciaron que su objetivo era el lucro desmedido. Lo más característico de los sofistas era el uso del método dialéctico, en el que se pronunciaban extensas argumentaciones. Su triunfo consistía en convencer a su audiencia de algo, para de inmediato demostrar lo contrario. Como se desprende de semejante prontuario los sofistas han tenido un gran éxito, y hoy son una excelente plantación donde bandadas de políticos van a picotear en la cosecha que luego diseminarán por doquier.
Circunscribiéndonos a Venezuela creo que no hay mucho que explicar. Si vamos a ser sinceros aquí en política no se salva casi ninguno; sin querer desanimar a nadie, los de la MUD aún no han demostrado nada, pues como decían los viejos de mi terruño natal: “el tipo se demuestra andando”, y ya va siendo hora de que dejen de “marear a la perdiz”*. Tal vez ha llegado la hora de que los futuros votantes estén claros de cuáles son sus opciones, para tomar una decisión acertada tan anhelada por tantos.
Respecto a los que ahora gobiernan, que son un prodigio en asombrar al más avisado, lo de sofistas ciertamente les viene grande. Cualquiera que no pertenezca al oficio de mandar o sea periodista que tenga que cubrir esa fuente, si se atreve a ver una función completa de la Asamblea, entenderá enseguida. Lo de la bancada oficialista no tiene parangón; lo mismo sucede con las cadenas por TV y radio del comandante presidente y jefe de gobierno, que para más inri y por culpa de las nuevas tecnologías no nos deja ni a sol ni a sombra esté donde esté, abusando a placer del arte de Protágoras.
Como incidental seguidor del ruedo político nacional, no hace mucho, a lo largo de eso que sucede cada vez que hablan, me vino a la cabeza la peregrina idea de añadir el prefijo “seudo” (falso) para definir la presunta práctica sofista de los mencionados, tildándolos de “seudo-sofistas”, permítaseme el abuso redundante, ahora que el maestro Lázaro Carreter ya no me puede saetear con sus dardos.
*Amando de Miguel dice sobre marear la perdiz: “Se aplica a la táctica de entretener al interlocutor con rodeos para dar largas al asunto. Supongo que esta expresión proviene del deporte cinegético. La perdiz es un ave de vuelo corto que no resiste mucho tiempo en el aire. Los ojeadores asustan y acosan a las perdices de tal forma que las cansan para así enfrentarlas mejor a los cazadores”.
carlosmmontenegro22@gmail.com

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