domingo, 5 de junio de 2011
Una noche para recordar para un niño que no renunció
La presencia de los padres es invalorable para los niños
ESPN Boston
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Boston. Tal vez esto nunca hubiese ocurrido, Tommy Hottovy caminando hacia el clubhouse de los Medias Rojas de Boston con lo que el catcher Jarrod Saltalamacchia llamó una de las sonrisas más grandes que haya visto, luego corriendo del bullpen hacia el montículo para debutar en Grandes Ligas este viernes 03 de junio de 2011, si Tom y Linda Hottovy no hubieran estado ahí el día traumático cuando Tommy dijo que no lanzaría nunca más.
Esto ocurrió en Parkville, Mo., al norte de Kansas City. Tommy Hottovy tenía 6 años, lanzaba en un juego de niños. Golpeó a un bateador con un pitcheo, y luego tambien al siguiente, entonces empezó a llorar. El entrenador salió al montículo para preguntarle que pasaba.
“Sé que eso duele mucho”, dijo el niño desconsolado. “No quiero pitchear más porque los lastimé”.
Linda Hottovy rie ampliamente mientras cuenta la historia. “Recuerdo que lloró todo el trayecto de regreso a casa, ‘No pitchearé más’”.
El momento pasó. Tommy Hottovy regresó al montículo y desde entonces rehusó abandonarlo, a través de seis temporadas parciales en Doble A y un año de ausencia del juego debido a una cirugía Tommy John para reconstruirle el codo.
¿Hubo algún momento cuando él perdió la esperanza?
“Tommy Hottovy no”, dijo Linda Hottovy.
“Nunca ha sido alguien que renuncie”, dijo Tom Hottovy Sr. “Tenía un presentimiento de que este año algo iba a hacer clic, por su dedicación”.
Entonces el jueves por la noche, llegó la llamada telefónica, su hijo estaba al otro lado de la línea. “Hola Papá ¿Qué vas a hacer el fin de semana?”
El primer pensamiento de Tom Hottovy Sr., fue que su nuera, Andrea, con 34 meses de embarazo, tal vez necesitaba ayuda.
Pero su hijo le dio la noticia: Lo habían llamado de Grandes Ligas, algo imposible para un tipo que llegó al entrenamiento primaveral sin pertenecer al roster de 40 peloteros, sin siquiera una invitación al campamento.
Eso ocasionó una explosión de alegría en Parkville. Los Medias Rojas, en uno de esos actos de generosidad que los distingue de otros equipos, reservaron los boletos aereos y una habitación de hotel para Tom y Linda. Otros dos hijos, Tim y Nicole, ambos más jóvenes que Tommy, tambien fueron, igual que un pequeño grupo de amigos, incluyendo sus entrenadores de secundaria, Steve McDaniel y Dave Baker.
Otros amigos organizaron fiestas en Parkville para ver el juego en televisión en un bar deportivo, “con fuegos artificiales y cornetas”, dijo Linda. Andrea Hottovy, no pudo viajar por su estado, pero asistió a la reunión de amigos, y hablaba con Linda por telefono cuando se abrió la puerta del bullpen en el sexto inning y Hottovy, No 68, trotó hacia el montículo.
“Voy a tratar de olvidarme de todo”, había dicho antes del juego. “Voy a hacer una fotografía mental de donde estoy, luego la borraré y me pondré a trabajar”.
Hottovy, un zurdo que lanza por el lado del brazo, enfrentaba al zurdo David DeJesus, con Coco Crisp en primera base. Con el primer envío de Hottovy, Crisp robó segunda, ahora estaba en posición de anotar para aumentar la ventaja de Oakland a dos carreras.. Pero Hottovy indujo a DeJesús a batear un rodado a manos de Dustin Pedroia. El inning terminó, así fue su primer sabor de las Grandes Ligas.
Después, se paró fuera del clubhouse de los Medias Rojas, y posó para las fotografías con su familia y amigos. Otra hermana, Holly, estaba pendiente por llegar el sábado.
¿Qué tan nervioso estuvo?
”Le preguntamos”, dijo Linda Hottovy. “Estaba tranquilo cuando hizo su primer pitcheo. Pero cuando se volteó y vio a toda esa gente, se dijo, ‘Ay Dios mío’”.
Pero esta noche, esa fue la última cosa que Tommy Hottovy vio cuando salía del montículo: Toda esa gente aplaudiendo.
Para él.
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