miércoles, 22 de junio de 2011
Palos de Ciego
© Carlos M. Montenegro
No parece tener una explicación coherente el rumbo que lleva esta república. Los encargados del timón desde luego, poco o nada saben de navegar, permítanme el eufemismo, y los resultados están a la vista; así que tratar de recuperar el refrán tan profusamente repetido por el capitán desde el puente de mando: el que tenga ojos que vea y el que tenga oídos que oiga ni él ni los suyos quieren acordarse. Por otro lado es comprensible, pues desde que este gobierno llegó al poder, con mayoría enorme y entusiasmo aún mayor, pareciera que ni cuando mienten dicen la verdad. Nos han dicho tantas frases, refranes, consignas y coplas populares, que sería quimérico tratar de ponerlas en orden y mucho menos en práctica, no habría forma de seguir el paso a tanta instrucción recibida. Entre otras cosas es imposible retenerlas en la memoria, así que de tanto en tanto si ocupan mucho espacio se van lanzando por la borda y a otra cosa, nadie pide cuentas.
Pero mientras, la vida sigue y el país hay que gobernarlo, cosa que nadie parece saber cómo -- me refiero a los encargados del trabajo -- y si hay alguno, que lo diga y por supuesto que lo demuestre. Haberlos debe haberlos, pero ciertamente a primera vista no se sabe dónde. El ejecutivo, está compuesto más bien por ejecutados, o sea como “office boys”, pero ostensiblemente mejor remunerados, aunque el trabajo sea similar. El verdadero ejecutivo tal vez esté ocupado en otro tipo de cosas más trascendentes, pero de ser así que nos lo cuente y si nos convence, pues señores, siempre dará cierta tranquilidad ante tanta desazón que sufrimos la mayoría de semovientes que por aquí andamos.
Lo que sí se puede notar a primera vista, es que ante tal cúmulo de planes, proyectos, cambios, redefiniciones de lo mismo, idas p´alante y p’atrás, mas todos los etcéteras que se les ocurra a ustedes, la sensación que da es que tratan de salvar los muebles dando palos de ciego, sin venda, ya que la ignorancia hace las veces sin mayor apuro. O sea, que realmente no saben cómo. Porque es la única explicación de que para justificar la ausencia de electricidad, en un país que pasa un promedio importante de horas a obscuras, venga un ministro del ramo a decirnos que la luz escasea “porque consumimos mucha”; vale preguntarse y replicarle: “Pero Sr. ministro: ¿cómo derrochar de lo que no hay? o algo parecido.
Argumentos semejantes y bajo nuestras circunstancias es realmente algo sin parangón, sobre todo después de las innumerables fábulas que nos han ido contando a modo de coartadas, que por falsas enseguida fracasan y les obliga a buscar otras nuevas a toda prisa, es decir que ni se las piensan, y encima nos regañan, sin pararse a pensar que además no es fácil malgastar tanto si el parque de electrodomésticos debe estar roto o casi roto en su mayoría, debido a tantos apagones sin previo aviso, con sus bruscas caídas y arrancadas. Tal vez me estoy metiendo demasiado en menudencias, con los grandes problemas que la patria enfrenta, y que requiere de toda la materia gris posible e ingentes cantidades de dinero (recursos se dice ahora, ya saben ustedes) para resolverlos próximamente, desde luego después de las elecciones.
Pronto nos dirán que la escasez de alimentos se debe a que comemos una barbaridad, que nuestro insaciable apetito está rayando en gula, que como los curas saben bien, es uno de los pecados capitales que sin confesión, de por sí, nos puede llevar directamente al infierno. Pero es que ganas de ir a la iglesia tampoco dan, no vaya a ser que en el camino nos ocurra una desgracia irreparable (de esas que las autoridades se abocarán a resolver “exhaustivamente”, mientras nosotros probablemente ya estemos descansando en paz); pueden decirnos que para salvar nuestras almas de tan malsana voracidad, nos privan de miles de toneladas de alimentos, que si se pudren ya no es tan relevante. Cuando vayamos a un hospital que carezca de casi todo, el nuevo ministro “ad hoc” para atender y resolver eso, nos acusará de que nuestra es la culpa, porque abusamos de nuestras enfermedades. No hace mucho nos dijeron que la escasez de agua es por nuestra tenaz manía de bañarnos – ¿recuerdan? – que con un tobo y una totumita es suficiente; las formas de justificar lo injustificable está adquiriendo ya niveles de arte, rupestre, pero arte al fin. Verán ustedes como al final se lo vamos a tener que agradecer, aunque cada día más gente está convencida de que nos toman por yermos neuronales cuando menos. Lo que probablemente nunca aceptarán es que, política aparte, los encargados de hacernos felices, a pesar de sus casi treinta ministerios, no saben de nada y por eso lo rompen todo, con lo que cuestan las cosas.
Si aparecieran por aquí Bretón, Ernst, Picasso, Giacometti, Buñuel, Miró y otros padres del surrealismo para echar una miradita, podrían ver con frustración que lo suyo eran juegos de niños, como el trompo, el yo-yo o la perinola. Dicho todo esto, sin acritud y con el mejor talante.
carlosmmontenegro22@gmail.com
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