VICTOR JOSÉ LÓPEZ
El surrealismo de Luis Buñuel se queda pálido ante las situaciones creadas por Hugo Chávez. Eso de estar en La Habana y firmar decretos en Caracas, tal y como aparecen sus sanciones en Gaceta Oficial, fechadas en la ciudad de Caracas, es una de estas situaciones donde el presidente viola las normas físicas de la ubicuidad.
En cuestiones del Tiempo, Chávez no se queda corto. Mientras en una dependencia de policial de El Rosal en Caracas mueren torturados los presos, y en las cárceles venezolanas son masacrados, abre averiguaciones por quienes murieron en semejantes circunstancias en 1958.
Chávez, que en su campaña electoral un día se sentó frente a la prevención de la Penitenciaría de San Juan de los Morros y prometió borrar del mapa al Componente de la Guardia Nacional y defender con su vida los derechos humanos de los presos, ordena desde La Habana investigar ¿Quién mete en las cárceles armamento militar adquirido en Rusia?
La cereza del helado la coloca el ausente presidente ordenando una terna para sustituir a Clodosvaldo Russián, cuando la nación, y él mismo, sabe que el único Contralor que hay en Venezuela es él, que controla la ubicuidad, el tiempo, las personas y de manera muy especial el dinero.
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