jueves, 28 de abril de 2011
ÁNGELES MASTRETA: Mar, Ana María y Neruda
Hoy estuve en Mahahual. Es un puerto pequeño custodiando el mar.
Allá, en un perdido sitio cerca de la Reserva de Punta del cielo, compramos un terreno hace veinte años. Un punto en un plano, por veinticinco mil pesos, lo que ahora son mil quinientos euros. Lo visitamos una vez, cuando los hijos eran niños. Volví de allá con la concha de un caracol inmenso y la certeza de que no regresaríamos a ver ese horizonte. Nunca nos dio por las inversiones ni hubiéramos tenido con qué hacerlas, pero era obvio que ese regalo del cielo sería un lujo de nuestros nietos. Quedaba a siete horas en coche, por un arenal lleno de chipotes, desde Chetumal a donde se llega tras dos horas de avión. ¿Quién podía hacerse ahí una casa? ¿Quién cuidarla? Quedó como la compra de un sueño, rodeado de la nada y frente al océano más remoto. Pero el futuro a veces llega antes de lo esperado. Han hecho una carretera que nos deja ahí en dos horas. Y cada vez que venimos a Chetumal nos asomamos a ver si no lo han invadido. Como apenas en diciembre le quitamos el letrero de “se vende” que un abusivo le había puesto, y procedimos a cercarlo con postes y alambre, hoy fuimos a ver los resultados. Quedó precioso. Alguien lo venderá un día. Sigue perdido en mitad de la nada, pero ahora lo encontré y me dejé tumbar por las olas mientras andaba por la orilla presa del instante. Qué maravilla el mar. He vuelto al hotel llena de tierra y sal a darme el gusto de un baño largo que se vuelve el anverso de la misma hermosa moneda. Tengo crema en la piel y en la boca unos versos de Neruda; “Te quiero sólo porque a ti te quiero/ y de quererte a no quererte llego/ y de esperarte cuando no te espero/ pasa mi corazón del frío al fuego”.
Mañana hablaré en público, cosa que cada vez me atemoriza más, para hacer un homenaje a la Reserva. A quien promovió su cuidado, el visionario y tenaz Pedro Joaquín Coldwell y a quienes fundaron la asociación ¨Amigos de Sian¨Kan”. Un grupo de apasionados compañeros del cuidado que requieren las áreas protegidas que no se protegen lo suficiente. Con Efraín Villanueva a la cabeza de quienes me han puesto en la cabeza el impávido silencio de este mundo en el que hoy se hará de noche, desde un cielo que no veremos.
El premio Cervantes para Ana María Matute le ha dado a este Puerto grandes alegrías. José Mas, poeta, valenciano, ha ido a Alcalá de Henares a verla disfrutar su regalo. Escribió para ella un poema llamado divertimentos arrítmicos. Se los recomiendo.
Libro de hoy: Armas, gérmenes y acero. Jared Diamond
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