Blog de Víctor José López /Periodista

sábado, 1 de mayo de 2010

JOSÉ EMILIO PACHECO

“No amo a mis patria. /Su fulgor abstracto/ es inasible.”

ÁNGELES MASTRETTA

¿Quién se atreve a empezar así un poema de amor a su país? Sólo José Emilio Pacheco. Él que es, como la luna: implacable. José Emilio está hecho de una bondad irónica, de una erudición tímida, de una lucidez despiadada. ¿De qué otro modo puede ser la lucidez? De semejante lucidez su ironía, su capacidad para reírse de sí mismo, a solas y con otros. Sorprende y fascina José Emilio.

Es una fiesta saber que anda en España, dando entrevistas, él que les teme porque dice que odia repetir las respuestas. Me lo puedo imaginar estos días. Dándose a querer, porque así es él. No le gusta salir, pero una vez en el ruedo está feliz. Y siempre consigue respuestas fantásticas. A mí me ha encantado que se haya vestido y desvestido de pingüino. Y me puedo imaginar que también a él, porque es un gozador de la vida. Evoco ahora la contundencia con que habla de su fobia a que le tomen fotos. Años varios tenemos todos, pero él dice tan bien lo que otros no nos atrevemos a decir. Que no le gusta verse viejo. Como por azar, en las nimiedades, sin duda más que nadie en la verdad a secas. Que no le gusta verse viejo. Tiene razón, pero su fulgor no es inasible. Al revés, convoca una parrandera pleitesía. Como prueba lo que ahora sucede con su premio. Nada más divertido que oírlo conversar. Está lleno de anécdotas y de juicios sumarios en contra de sí mismo. Es, como su poesía, lúdico y sabio. Ha dicho con el aire a desdicha que sonríe en sus palabras:

Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
fortalezas,
una ciudad deshecha,
gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
y tres o cuatro ríos.

Ese poema drástico de José Emilio es una fiera invitación al propio recuento. Por cuáles, sitios, recovecos, gente, trozos de nuestro país, daríamos la vida?

Punto: ¡Felicidades José Emilio!

Punto y seguido: Las velas que encendemos en privado son llamas de nadie, dice Paco. ¡Qué cosa para decirse! Y para pensarla. Sobre todo cuando uno escribe. Escribir siempre es encender velas en privado.

Punto y aparte: Es un gozo este invento del día de San Jorge convertido en día de flores y libros. Les recomiendo la crónica de Lily, sobre el viernes en Barcelona. “El sonido de la ciudad, ahora, es la alegría”. (Ayer, en los comentarios).

Dos puntos: Alguien tendría que decirle a Evo Morales que los pollos con hormonas no son transgénicos. Y tantas otras cosas. Qué hombre más ignorante. Y más tonto. Les recomiendo en Milenio México, el artículo de Luis González de Alba.

Punto final: Otra vez: ¡Felicidades, José Emilio! Algunas felicidades, de entre las muchas que contagias.

Punto y coma: En desorden, como siempre, y como este punto y coma después del final, estoy haciendo las maletas. Voy a Madrid, a Tenerife, a Lanzarote y a Milán. Les iré contando.

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