Blog de Víctor José López /Periodista

martes, 20 de abril de 2010

LA BURBUJA DE LA FOTOGRAFÍA

¿Es la industria fotográfica una burbuja a punto de explotar?

0 Comentarios 20 Abril 2010

Un artículo de Ramón Peco

Makoto Kimura, próximo presidente de Nikon y el hombre que ha liderado en la empresa durante la última década la transición de la era analógica a la digital, advirtió ayer en una rueda de prensa en Tokio, que el mercado de la tecnología fotográfica ha llegado a una “fase de saturación”, apuntando que se encontraba dispuesto a conversar con otros fabricantes para afrontar los nuevos tiempos que se avecinan. ¿Es posible que esa industria viva en una burbuja que está a punto de estallar? Hay indicios que parecen indicar que así es.

El pasado año Akira Watanabe, uno de los responsables de Olympus, explicaba que su firma se plantaba en la denominada guerra de los megapíxeles. Un síntoma claro de que ya no funciona el principal argumento para vendernos nuevas máquinas de fotos: la teórica mejora progresiva de la calidad de imagen.

Un poco de historia
El siglo XIX fue un momento de fuerte evolución en la técnica fotográfica. Desde que en la década de los años 20 Joseph-Nicéphore Niépce logró captar y fijar la luz que entraba por la ventana de su finca francesa hasta que en 1.900 se lanzó la Kodak Brownie, la primera cámara destinada a las masas, muchas innovaciones se habían sucedido.

Uno de los equipos fotográficos comercializados en 1843 por Louis Jacques Daguerre, pionero de la industria fotográfica.

Uno de los equipos fotográficos comercializados en 1843 por Louis Jacques Daguerre, pionero de la industria fotográfica.

En el siglo XX sin embargo la evolución no fue tan rápida. Al fin y al cabo las cámaras que se vendían mayoritariamente en torno al año 2.000 eran bastante similares a las primeras Leica producidas 80 años antes.

Lo que sí evolucionó de una forma muy veloz en ese periodo fue el lenguaje fotográfico. Tanto que supuso una especie de tsunami que afectó al resto de las artes. La pintura, por ejemplo, gracias al invento de Niépce por fin pudo desligarse de los cánones renacentistas y dejar de ser figurativa. El periodismo también cambió y se hizo visual.

La palabra perdió el monopolio de las páginas de la prensa y el mundo pudo por fin ver en pocas horas lo que estaba sucediendo en otros rincones del planeta. Un gran ejemplo de esto fue el despliegue de la revista Life para cubrir el funeral de Winston Churchill (se gastaron 250.000 dólares y se movilizaron a numerosos periodistas y fotógrafos para que las fotos del evento, acaecido en Gran Bretaña, aparecieran impresas poco después en Estados Unidos).

Una cámara Citalux 300 de 1956 expuesta en el Centro Portugués de Fotografía (Oporto). Foto: Ramón Peco.

Una cámara Citalux 300 de 1956 expuesta en el Centro Portugués de Fotografía (Oporto). Foto: Ramón Peco.

Con el cambio de milenio sin embargo la fotografía experimentó una nueva transformación: la de la digitalización y su difusión masiva a través de internet. En los últimos 10 años hemos visto cambios radicales en la tecnología y en el lenguaje fotográfico. Son tantos y tan profundos que hoy el comprador de un equipo realiza su adquisición con una mezcla de fascinación y miedo. Aunque tiene a su disposición herramientas inimaginables hace sólo un par de décadas la amenaza de que el producto quede desfasado rápidamente está omnipresente. La irracionalidad del mercado tiraniza hoy al fotógrafo.

Recientemente estuve charlando para documentar un artículo con Xosé Gago, una de las personas que más sabe de técnica fotográfica en España a pesar de no haber usado nunca una cámara digital. Me contaba que “hoy para hacer fotos de alta calidad es importante la inversión en tecnología”, algo que hace unos años no sucedía. Y es que el mito de que la digitalización ha abaratado la tecnología fotográfica es sólo una verdad a medias.

El iPhone es el síntoma
Ayer, Gizmodo filtraba algunas características del futuro iPhone. Entre las nuevas funciones destacan las que refuerzan su rol como cámara de fotos (contará con flash, un mejor sensor de imagen y un botón de disparo). Apple parece dispuesta a explotar cada vez más esa doble personalidad de su teléfono.

El nuevo iPhone filtrado ayer por Gizmodo parece que refuerza su rol como cámara de fotos.

El nuevo iPhone filtrado ayer por Gizmodo parece que refuerza su rol como cámara de fotos.

El gadget de Steve Jobs es envidiado por las empresas de tecnologías de la imagen, pues es un auténtico fenómeno entre fotógrafos aficionados y profesionales -un reportero de AP incluso ha realizado un reportaje en Irak con él-. Evidentemente ese auge no está motivado por su calidad de imagen, pues es nefasta (al menos si nos basamos en los parámetros que habitualmente se usan para evaluar una cámara). La clave de su éxito hay que buscarla en la tesis expuesta en Wired hace unos meses, que explicaba el gran fenómeno que suponen todas aquellas tecnologías baratas pero que logran un nivel de cuya calidad suficiente para la mayoría.

Que el iPhone sea hoy una de las máquinas de fotos más populares se debe a su sencillez, al creciente número de aplicaciones de fotografía disponibles para él (la mayoría emuladores de viejas cámaras analógicas) y a su potencial como cámara social (pues permite publicar las fotos en cualquier web o red social las imágenes, saltándose así la frontera del papel).

El mercado ha vivido en los últimos años intentando convencernos de que necesitamos máquinas con una resolución creciente, que disparen ráfagas cada vez más rápidas, que filmen vídeo con más calidad, o que permitan captar tomas en la penumbra tan bien como hace unos años las hacíamos con la luz del día.

Pero explotar todas esas posibilidades conlleva gastar dinero, energía y tiempo, pues es preciso un reciclaje continuo de conocimientos técnicos. Eso con frecuencia motiva un empobrecimiento de la cultura visual y de la sensibilidad del fotógrafo (que piensa demasiado en la cámara y poco en la foto). Y esto se puede decir tanto de los que viven de sus fotografías como de los que no.

Pues bien, esas circunstancias propician que muchos prefieran pagar un par de euros por una aplicación que simula el aspecto de las fotos de hace 30 años a comprar una nueva máquina de 100 o 1.000 euros. Entre otras cosas porque todo el mundo lleva encima un teléfono siempre (pero no siempre una cámara de fotos) y además los resultados se ven en el acto. La melancolía por la inocencia perdida de la era analógica se apodera de muchos. Prueba de ello es el increíble resurgir de las Polaroids o el auge del fenómeno de la lomografía en todo el mundo.

¿Menos cámaras pero más abiertas?
Ayer salí a pasear con una Samsung ST1000. Una robusta y pequeña cámara extraplana que recoge en buena medida muchas de las cualidades que han llevado al iPhone a ser una de las más populares máquinas de fotos: es discreta, muy fácil de usar, dispone de una pantalla táctil grande y de calidad, tiene conexión a internet vía Wifi (permite el envío a redes sociales de las imágenes) e incorpora un GPS (al descargar las fotos las sitúa con exactitud en un mapa).

¿Alta tecnología coreana para poner en práctica teorías situacionistas francesas? ¿de verdad la tecnología es neutra?

¿Alta tecnología coreana para poner en práctica teorías situacionistas francesas? ¿de verdad la tecnología es neutra?

La idea era más o menos vagar sin rumbo durante un rato, documentar con fotos una suerte de deriva psicogeográfica (que es algo que muchos hacen consciente o inconscientemente). Entre el primer disparo y la publicación en Flickr del mapa visual con el experimento apenas han pasado unas horas. Lo que da idea de la repercusión que hoy la tecnología fotográfica puede llegar a tener en nuestro comportamiento. Si Guy Debord y compañía levantasen la cabeza…

Máquinas similares a esa, a un precio probablemente menor que el actual y quizá con un pequeño sistema operativo de código abierto, seguramente son las que utilizaremos para documentar nuestra vida en los próximos años.

No es descabellado pensar que la industria fotográfica quizá se convierta en algo similar a la industria de los videojuegos. Probablemente la clave esté en lanzar menos cámaras, pero con mayores posibilidades de evolución que las actuales gracias al software y a los accesorios (para el iPhone abundan). Al fin y al cabo quizá a Polaroid le hubiese ido mejor vendiendo aplicaciones para simular el aspecto de sus viejas cámaras que comercializando mediocres cámaras de fotos digitales.

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