Blog de Víctor José López /Periodista

lunes, 20 de abril de 2015

JOSÉ MANUEL PALLÍ: Cuba: entre encuestas, gritos y golpes

Se vieron, se saludaron, se elogiaron y conversaron.

Pero aquí en Miami solo se habla de una serie de videos que le han dado la vuelta al mundo y que ponen en duda la viabilidad de llegar a una sociedad civil cubana que además sea plural y civilizada.
La vocación por ahogar con gritos y golpes ciertas expresiones de desacuerdo e insatisfacción con el sistema imperante parece continuar incólume en una Cuba que cambia cada vez más en otras facetas importantes.
La vocación de cierta parte del exilio cubano por autoengañarse al considerarse intérpretes de los deseos del pueblo cubano difícilmente permanecerá incólume frente a una reciente encuesta que arroja datos como estos:
El 80% de los cubanos tienen una buena opinión del presidente Obama (la mayoría de los cubanoamericanos que fueron golpeados frente a la embajada cubana en Panamá no pueden ver a Obama ni en retratos); más del 90 % de los cubanos en la isla quieren que se levante el embargo, mientras que los “representantes” del exilio acosados ante el busto de Martí en el Parque Porras se aferran a ese tipo de sanciones; y más del 90% de los cubanos encuestados ven con esperanza el camino iniciado por nuestros dos países el pasado 17 de diciembre, mientras nuestros vapuleados vecinos de la ofrenda floral quieren descarrilar esas conversaciones (el caballero grandote que aparece enfrascado en una sesión de kickboxing con el señor bajito y fornido –identificado como un oficial de la inteligencia cubana– declaró abierta y públicamente en la TV miamense que su delegación estaba orgullosa de haber cumplido su cometido (¡??!) en Panamá, y lo dijo antes de que se iniciara la Cumbre)…
La postura de la delegación cubana negándose a compartir una mesa y dialogar con quienes se identifican como disidentes dentro de Cuba demuestra la misma intransigencia e intolerancia de quienes en el exilio llaman a otros exiliados “dialogueros”. Y es una postura que también surge de un autoengaño: las autoridades cubanas dicen representar las esperanzas y las aspiraciones de todos los cubanos en la isla, cuando la misma encuesta nos dice que el 80% de los jóvenes cubanos quieren emigrar.
Esa intransigencia e intolerancia de los cubanos de ambos lados del espectro ideológico resulta en una polarización que asusta, como asusta el desconocimiento de ambas partes en cuanto a la profundidad de los sentimientos –y resentimientos– de “los otros”. Solamente nuestros “expertos” a distancia en cuestiones cubanas pueden sorprenderse ante la furia y el fervor de los jóvenes cubanos que no ven en la disidencia sino una oposición artificialmente creada y pagada desde Miami.
Todo cubano tiene el derecho a expresar sus opiniones y su rechazo al sistema imperante en Cuba, pero sería otra forma de autoengaño pretender que lo que expresa lo expresa en nombre del pueblo cubano. Rosa María Payá, el último día de la Cumbre, demostró su brillantez y su coraje al señalar precisamente eso, negando que ella estuviera en Panamá representando al pueblo cubano. Y Yoani Sánchez también demostró una sabiduría que escasea entre nuestros “comecandelas” al señalar que descalificar o pretender excluir de la sociedad civil cubana a los miembros de organizaciones como la Federación de Mujeres Cubanas, de Estudiantes, de Campesinos, etc., “equivaldría a amputar una parte de nuestra realidad”. Las mujeres siempre nos salvan la ropa

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