Identidad y cambio
Carlos Maldonado-Bourgoin
David R. Chacón Rodríguez
La Fundación Venezuela Positiva
convoca a colaborar en su nuevo y oportuno libro, que lleva por título Ilusión, realidad y ficción. Los temas aquí
tratados llaman la atención y seguro despertarán
el interés del lector. Al abordar la identidad
y el cambio, un desgarramiento nos
produce al tomar conciencia de lo que pudo ser nuestro país y no ha sido por
muchos motivos. Venezuela es poseedora de un paisaje privilegiado, convertido
en un escenario tan disociado, desintegrado y maltrecho. En aras de la
brevedad, en este trabajo tocaremos algunas ideas para suscitar preguntas en el
fuero interno del lector.
Las crisis no son problemas, son la
génesis de un mundo nuevo y –lo ventajoso de ellas– es que traen beneficio para
el cambio y la transformación. Con las crisis vienen nuevas visiones e
interpretaciones del mundo para resolver las deficiencias, integrándolo a
nuevas formas de vida, de progreso y de cultura. Sobre los escombros se han
creado nuevas ciudades, guardando rasgos del perfil e identidad, en equilibrio
entre pasado, presente y futuro.
El tema que nos ocupa puede ser
incómodo, pero es necesario referirlo en los términos e imágenes que
proponemos. «Libertad –decía George Orwell en frase memorable– significa el derecho a decirle a la gente lo
que no quiere oír».[1]
Identidad
Identidad (del latín identitas) es un conjunto de rasgos propios, conciencia
de ser y sentido de pertenencia individual y colectiva. Ella se pierde, se
distorsiona y puede ser conservada. En tal empeño, todos necesariamente todos
deben y tienen que caminar, yendo y halando en el mismo sentido aunque sea con
distintos bueyes.
En algún momento del camino
Venezuela perdió su rumbo, en un punto de inflexión se volvió una sociedad
lapsa, egoísta, incoherente y sin dirección. Somos una patria que fue perdiendo
sus rasgos y cuesta encontrarlos en el presente. Pongamos hipotéticamente tres
años claves: 1974, 1983 y 1998.
La clase media determinante en el
perfil general de una sociedad en desarrollo, se está yendo, la otra parte de esa
clase media que no puede hacerlo o no quiere, se está desdibujando progresivamente,
siendo cada vez más pobre. ¿Qué extraño maleficio, qué mal de ojo social le
echaron a Venezuela para mostrar ante el mundo una faz tan decadente, resignada,
sometida y triste?
Hacer
colas en el día a día, desde hace tiempo, es nuestra mayor prioridad. Vamos en
peregrinación por la ciudad y el país portátil a ver si hay azúcar, harina,
pollo, papel higiénico… A toda hora y por todo hay colas. Volvimos al trueque
entre amigos y familiares. Bertold Brecht, el dramaturgo, poeta, director de
teatro y actor alemán escribió: "Primero
va el comer, luego va la moral". Pronto, muy pronto, no habrá ni lo
uno y mucho menos lo otro.
Venezuela fue capaz, propuso e hizo obras
con criterio de ¡excelencia!: El
Silencio y la Ciudad Universitaria de Caracas, esta última declarada Patrimonio
de la Humanidad. Venezuela hizo la represa de Guri, y tuvo tiempo de pensar obras
de arte en ella. Venezuela transmitió y vendió energía eléctrica a los países
vecinos. Venezuela hizo la PDVSA azul, modelo de empresa y de gestión mundial. Venezuela
fue noble, pacificó y reinsertó a tantos subversivos para la convivencia. La
lista comparativa hecha a volandas es larga, pero se desvía del objetivo que
nos convoca en este libro.
Inicios
Octavio Paz, figura de las letras y
del pensamiento hispanoamericano universal escribió: “La mentira se instaló en nuestros pueblos casi constitucionalmente. El
daño ha sido incalculable y alcanza zonas muy profundas de nuestro ser. Nos
movemos en la mentira con naturalidad… De ahí que la lucha contra la mentira
oficial y constitucional sea el primer paso de toda tentativa seria de reforma”.[2].
Nuestras
sociedades se han puesto muchas máscaras. Los pueblos consolidan sus mitos y
fantasías, también hay técnicas perversas que los deconstruyen. Buscar los
orígenes es tener la clave para desmontar la carga altamente perniciosa con la
que se está alimentando el imaginario colectivo popular, en el aquí y en el
ahora.
Críticos y molestos fueron, hoy todavía
lo son más, Francisco Herrera Luque y Carlos Rangel, leer sus libros son un
modo de comprensión del país. Del buen salvaje a buen revolucionario,
libro
admonitorio que
analizó con implacable crítica los mitos tranquilizadores de conciencias. Marcó
un hito en la Gran Venezuela y fue quemado por un grupo de fanáticos liderados
por un profesor indigenista en el campus
universitario, como en los tiempos del Santo
Oficio y de la noche de los cristales
rotos (09/11/1938). “La obra de
Carlos Rangel constituye una reflexión general sobre la discrepancia entre lo
que una sociedad es y la imagen que esa sociedad tiene de sí misma”.[3]
Hoy, la obra de Carlos Rangel “se atreve a señalar las violentas y castrantes consecuencias que ese
origen mítico tiene en nuestro presente”.[4] En la ensayografía del
Continente, el libro ya es un clásico –y qué curioso– está agotado en nuestras
librerías, dedicadas más a la venta de textos de autoayuda y entretenimiento.
Para muestra, citemos algunos contundentes
párrafos:
Española y no Latina: “Los latinoamericanos no estamos satisfechos
con lo que somos, pero a la vez no hemos podido ponernos de acuerdo sobre qué
somos, ni sobre lo qué queremos ser. ¿En qué consiste, exactamente, ese ser
latinoamericano que compartimos desde el Río Bravo hasta la Patagonia?”[5].
De las Indias al paraíso terrenal: “Los mitos fundamentales de América no son
en absoluto americanos. Son mitos creados por la imaginación europea, o que
viene de más lejos aún, de la antigüedad judeo-helénica y asiática, y van a ser
reformulados por los europeos maravillados de haber descubierto ‘El Nuevo Mundo’
”.[6].
El Buen Salvaje (del que hablaba J.
J. Rousseau): “Buscando lo que
pre-existía en su deseo, los descubridores crearon el mito más potente de los
tiempos modernos: El Buen Salvaje, versión ‘americanizada’ o ‘americanista’ del
mito de la inocencia humana antes de la caída, fábula destinada a tener inmensa
fortuna en la historia de las ideas, desde luego igualmente inmensas
consecuencias”.[7]
El Buen Revolucionario: “Para entender la transmutación del Buen
Salvaje en el Buen Revolucionario, notemos que hay no sólo relación, sino
identidad entre el estado del hombre antes de la caída y después de la
salvación. El intermedio en un paréntesis en la beatitud natural. Los últimos
días, serán como los primeros; el fin de la historia será el regreso a la Edad
de Oro. […] En consecuencia, los latinoamericanos somos a la vez descendientes
de los conquistadores y del pueblo conquistado, de los amos y de los esclavos,
de los raptores y de las mujeres violadas. El mito del Buena Salvaje nos
concierne personalmente, es a la vez nuestro orgullo y nuestra vergüenza”.[8]
Posterior al gran libro del
periodista Carlos Rangel, el ensayista Ángel Bernardo Viso hizo dos
contribuciones. Los títulos son: Venezuela:
identidad y ruptura, y Las
revoluciones terribles, necesarios de leer y releer en esta
encrucijada en que se encuentra el país. La de “la superioridad acorralada por la inferioridad, valida en su mayoría
numérica”.[9]
Por su lado Ángel
Bernardo Viso dice: “Los hechos históricos sólo tienen importancia en la medida en la cual
condicionan nuestra conciencia y la modelan en el transcurso de nuestro devenir”.[10]. Para
nadie leído es novedad que la Independencia fue un cambio que detuvo la
evolución que se venía dando, y necesidad hubo de continuar ese desarrollo
echando a un lado pasiones y máscaras.
En otro libro Las revoluciones terribles el mismo autor Ángel Bernardo Viso
escribe esta dura verdad. Dado su interés, la citamos in extenso: “Víctimas de un populismo sacralizado, los
hispanoamericanos de nuestro tiempo –contentos de ser llamados latinoamericanos
por haber olvidado su pertenencia a un Imperio que también era suyo, igual que
ayer los naturales de la ‘malherida España’ machadiana, no logran acertar la
mano con la herida. Inclinados a considerarse relegados por un destino adverso,
y profundamente divididos, a pesar de los múltiples proyectos de integración
–cuyo único, pero esencial error, es haber olvidado que el vínculo con la madre
patria es el fundamento profundo de cualquier intento de unidad–, miran con
recelo más allá de las fronteras y creen reconocer a enemigos perdurables,
cuando en realidad comparten con los habitantes de los países vecinos la raza,
la religión, la cultura y el tiempo histórico, mientras la inagotable retórica
de los políticos dibuja rasgos diferenciadores ficticios que con frecuencia
ocultan Estados no consolidados”.[11]
Despotricar de Roma en Europa no
tiene cabida. Del latín vulgar nacieron las lenguas modernas, de esa herencia
romana es el concepto de ciudad y de urbanismo, las instituciones, las leyes,
los registros, los principios de autoridad, los cabildos, la filosofía, las
artes, la gastronomía… Pujantes ciudades europeas fueron campamentos y colonias
romanas en el pasado remoto. Lo señalo Eduardo Alberto Duhalde, Ex–Presidente de Argentina, en
declaraciones al programa La noche en 24
horas, que se emite por la Televisión Española (TVE), en junio de 2014.
Pero como nosotros escupimos para
arriba, desconocemos que gracias a las Ordenanzas
de Minería, mediante Real Cédula del rey Carlos III (22/05/1783), el Estado
se reserva en Hispanoamérica la propiedad del subsuelo, que las fronteras
geográficas para la mejor administración en la colonia determinaron el trazado
básico de nuestros países. Y que esas fronteras físicas son las que nos hemos
armado mental e ideológicamente para sentirnos distintos y enemigos los unos de
los otros.
La voz criollo, tan manoseada tuvo por primera acepción “hijo de europeo nacido en América”, hoy
la relacionamos con lo propio, lo de aquí, lo arraigado donde esencialmente hay implícito un fogón, el
mestizaje y lo europeo-occidental. Criollo llamaron los afrodescendientes al
que era negro puro de allá.
Del Río Bravo hasta la Patagonia son
considerados salvadores, visionarios y revolucionarios tantos demagogos y
populistas quienes pregonan la vuelta atrás, de la harina pre–cocida de maíz al
tiempo del pilón. Con distintas máscaras proponen destruir lo que hay para suplantarlo
por una “furnia”, cubanismo que significa
hueco o la nada. Eso se llama “hacer el
indio”.
Laureano
Vallenilla Lanz tuvo a bien recordarnos que la guerra de independencia fue una
guerra civil: "Hasta 1815, la inmensa mayoría
del pueblo de Venezuela fue realista o goda, es decir, enemiga de los patriotas”.[12] La emancipación la
iniciaron los criollos o “escuálidos”.
Fue dura y cruel la lucha. Juan Uslar Pietri, brillante escritor olvidado,
trata el tema en La Estructura Social y Política
de Venezuela, París 1951; Historia de
la Revolución Popular de Venezuela, París. 1954; El Bravo Pueblo, Madrid. 1961.
El más craso error
venezolano fue distanciarnos de la comunidad cultural hispana. Otros países lo
hicieron mejor y tienen, por ello, mayor definición en su perfil como nación. Puede
que la actitud venezolana se justificara, pero a la larga, esa débil identidad
y cultura dio entrada a modos y formas que no nos pertenecen.
Sin embargo, Venezuela
ofreció al mundo hispano a Andrés Bello, Rafael María Baralt, Rufino Blanco
Fombona o Mario Briceño-Iragorry,… El poeta del pueblo Andrés Eloy Blanco pasó
al ámbito internacional por Canto a
España: “Yo me hundí hasta los hombros en el
mar de Occidente, / yo me hundí hasta los hombros en el mar de Colón”.
A ese complejo de inferioridad de
que Venezuela sólo era Capitanía General y no Virreinato, antepongamos cinco
grandes hombres: Francisco de Miranda, Simón Rodríguez, Andrés Bello, Simón
Bolívar y Antonio José de Sucre, máximos exponentes del gentilicio continental.
La “gran guerra” federal prolongó la distancia con la cultura e
identidad hispana y con Guzmán Blanco se miró la cultura francesa. Por
oposición adoptamos la voz Latinoamérica con que se etiquetó un proyecto
neo-colonial galo. Olvidamos que éramos América Meridional, en los mapas, e
Iberoamérica o Hispanoamérica al referirnos al área de influencia cultural
española y portuguesa.
Además de esa tónica de
negación de sí mismos (léase a Mariano Picón Salas en De la Conquista a la Independencia…), se desoyeron los latidos de
la cultura aborigen y de la cultura africana, los venezolanos veían con
distancia y del otro lado del patio todas esas presencias tan vivas en
nosotros. Más que la sola apariencia física convertida hoy en resentimiento
inducido, el mestizaje cultural venezolano enriquece y da fuerza a nuestros
rasgos como nación.
La Fiesta de la
Tradición, el acto de mayor relieve de la investidura de Rómulo Gallegos a la Presidencia
de la República en 1948, marcó un antes y un después en el reconocimiento de
esa parte de lo esencial venezolano. Por primera vez los compatriotas conocían
de manera integral su folclore, gracias a Juan Liscano y Abel Vallmitjana.
Poco se cita los aportes
culturales de las Islas Afortunadas o Canarias, toda la región hispana
especialmente caribeña tiene rasgos isleños sin percatarnos de ello, incluso en
el cantadito dulzón y acento con que hablamos.
Así mismo, han sido
asimiladas las contribuciones de los españoles, portugueses e italianos que en
importantes contingentes emigraron y trajeron aspectos que embellecen la
calidad de vida, siembran la cultura del trabajo, del ahorro y la determinación
en el hacer. Los hijos de esos venezolanos que vinieron de lejos han
contribuido al crecimiento de nuestra nación, son de aquí, ellos son patria.
¿Cuántos apellidos judíos dieron nombre a instituciones y a actividades tan
nuestras?
La aparición del petróleo
va a traer un desfase entre el tiempo económico y el tiempo cultural, más
rápido uno y más lento otro. Juan Liscano, figura polémica del acontecer
venezolano apunta: “Los cierto es que la
sociedad venezolana pasó de una etapa tradicionalista y pausada, a una etapa de
aceleración, sin haber asumido su cultura o alguna forma de cultura propia. De
primitiva y estancada en sus diversos estamentos, se arrojó un remedo de
civilización preindustrial y consumista, que la aleja cada vez más de valores
culturales. De allí que ni promueve ni consume cultura”.[13].
El
norte es una quimera Luis Fragachán titula el sabroso merengue de
cuya letra y música es autor. “Miami es
como el espejo donde nos gustaría vernos”, escribe Rafael Arráiz Lucca.[14] Miami suplantó a Occidente
en nuestros sueños y realizaciones. Para allá cogen chavistas y no chavistas, “sin distingo de raza, sexo, clase
social o credo”.
Modelaje e imitación
Muchísimas formas y
actitudes se adquieren por modelaje,
conocido como aprendizaje vicario, observacional, imitación,
modelado o aprendizaje cognitivo social. Desde que somos niños imitamos a
nuestros padres, al vecino,… El filósofo español Fernando Savater (1947- ) precisa: “En todo lo que llamamos «civilización», «cultura», etc.
hay un poco de invención y muchísimo de imitación. Si no fuésemos
copiones, constantemente cada hombre debería empezarlo todo de cero”.[15] Vayamos a lo que queremos decir en una parábola.
Hace mucho tiempo un Rey de España
no podía pronunciar la “s”, tenía frenillo, un problema físico llamado lisp en inglés. Así que el Rey para no
sentirse mal ordenó a su Corte a hablar como él, pronunciando todas las eses y
zetas como /z/, interdentales. Así el rey disimuló su defecto físico y logró no
parecer diferente. Ese es el origen del hablado de los andaluces y extremeños.
Hay buenos y malos modelajes, que la
gente toma por imitación y gregarismo. Si la cabeza de un país es un
impresentable, todos sus conmilitones lo seguirán y no tienen por qué ser
mejores que el patrón. La Venezuela de hoy es el producto de un mal modelaje. A
esa inversión de modos y de valores la llaman dizque “dignidad” e “igualdad”,… sin
poner nombres ni el cascabel al gato.
Chocante contraste en comparación
con el trato diario y coloquial de los venezolanos de ayer: fresco, directo,
sencillo, cordial, lleno de humor… Ver los dos documentales presentados en uno Cecilia Martínez y Las Muchachas de Alfredo
Anzola y Gabriela Fuentes, son toda una revelación para los que no tuvieron la
oportunidad de vivir la época de los ´50 y ´70.
Sin ofendernos tomemos
conciencia, Venezuela es «nueva versión», «refrito», «reedición», concepto que
viene de la palabra inglesa «remake». Esto va a un lado y a
otro de la sociedad, a los que creen que “están en una vaina” y los que “están
en el proceso”. Estamos al día poniéndonos cuanto colgajo o “chiro” sale. Nuestro
hablar es una tizana, en desconocimiento de los venezolanismos y la rica lengua
española. Fingimos ser eficientes, modernos y globalizados con ese modo de
expresarnos y esa gestualidad tan ordinaria. En la América del Alba hay más
peluquerías, centros de estética y de implantes, que bibliotecas, centros culturales
en general… Poco puede esperarse de todo
un colectivo encaramado en la apariencia física, el artificio y la fantasía. En
el fondo, para la gente en general la justicia y la igualdad es llegar a
alcanzar esos patrones del otro en cosmética social y a eso llaman “igualación”
y “redención”.
La estética es un buen
indicio de los valores y modelajes de cada época. Un aporte es libro Para una crítica del gusto en Venezuela,
agudo y analista su autor de Roldán Esteva-Grillet[16]
sabe que el gusto varía y que para comprender este gusto, bueno o malo, hay que
conocer la sensibilidad de cada momento. Sin ello es bien difícil lograr
percibir en el gusto y en sus generaciones lo snob, lo cursi, lo kitsch.
Aquiles Nazoa en su delicioso libro Caracas física y espiritual, Premio
Municipal de Literatura 1967, decía: “Este
libro es un Kaleidoscopio de temas de cambiante diversidad y de estilos. Entre
sus curiosidades esta un tema que pulula entre nosotros, pero que suele
nombrarse sino en ‘extremis causa’ mejor no citarse: La Pava o lo Pavoso […]
Si la disposición de lo visible es capaz
de influir de tal forma en los impulsos de nuestra subjetividad, es
comprensible entonces la presencia de lo chato, de lo mediocre, de lo inestable
y de lo ramplón, nos sintamos como ensombrecidos, como psíquicamente
perturbados”. Nazoa cita la ciencia popular llamada la Mabitografía para
describir la pava, y su medidor el Mabitógrafo (Pavómetro), el cual mide lo
chato en pavovatios.
Rodolfo
Izaguirre en su artículo “Échale bruca
maniguá” con talento y gracia escribió: “con el país cubanizado, yoruba, santero,
desorientado y al garete, es decir, extraviado, sin democracia, sin harina, sin
azúcar,… y llevado por el viento y la corriente sabemos, al menos, que bruca
quiere decir monte, y maniguá, selva, y los Chacumbeles, tanto el propio como
el otro, han terminado hundidos misteriosamente en el mal afamado mar de la
felicidad”.[17]
Una locura y una estupidez es pretender una América India, una América Negra como la vuelta al tiempo de los Españoles de la Conquista. En el libro ¿Es Cuba socialista? su autor René Dumont, decía de Fidel Castro: “última expresión del conquistador español del siglo XVI”. El padre de la ingeniería agrícola en el mundo había roto relaciones profesionales con el tirano caribeño. Castro contradecía hasta las leyes mismas de la naturaleza, la tecnología y la ciencia, y su revolución agrícola terminó en fracaso como en fracaso y engaño terminaron tantas otras cosas más, ofrecidas por el héroe de los Caínes del mundo.
El cambio
En un encuentro
esporádico se saludan con eufemismo unos amigos: “¡Qué bien te ves!” Esto no puede decirlo el visitante nacional o
extranjero que viene al país después de algunos años: “¡Venezuela que bien te ves!”
La palabra cambio para
los políticos es pensar en ganar elecciones, mientras que la palabra cambio
para los verdaderos estadistas es pensar con responsabilidad en el futuro, no
importa sea a mediano o largo plazo. Para una real situación de cambio debemos
anteponer el bien nacional al los intereses políticos e intereses de partidos.
Entre tanto, todos debemos
comenzar a cambiar nosotros mismos sin esperar a que todo nos lo resuelvan de
afuera y el gobierno. La superficialidad y la infatuación son comunes en la
actitud general del venezolano. En psicología infatuación nombra a cierto estado emocional
caracterizado por el dejarse llevar por una pasión irracional.
Su Santidad el Papa Francisco al
periodista Henrique Cymenman en reciente entrevista (13/06/2014), enuncio los
titulares de la hoja de ruta para el hombre de hoy: “Es fundamental saber qué apellidos tengo para hacer los cambios desde
la identidad”. […] “Nuestro sistema
económico mundial ya no se aguanta”, dijo a su vez el Obispo de Roma,
Monseñor Jorge Mario Bergoglio, Papa Francisco.[18]
La piedra fundamental de toda
sociedad es la educación. El padre Luis Ugalde, s. j., Ex–Rector de la
Universidad Católica Andrés Bello en el Encuentro la Educación de Calidad para
Todos dijo: “Estamos convencidos de la necesidad y urgencia
de una educación de calidad para todos en Venezuela. Lo contrario es perpetuar
la pobreza de los más pobres. Sin educación no es posible un país democrático y
productivo. Urge una movilización nacional para llevar a la práctica los
consensos fundamentales ya establecidos en la Constitución…”[19]
En Nuevas ideas para viejos
problemas, libro de Fundación Venezuela Positiva, 2013, concluíamos en nuestra
colaboración “La Propuesta educativa de Grases y Uslar”, con una sentencia del
maestro Pedro Grases: “Venezuela
será lo que sus hijos quieran que sea”.
Por su parte el veterano
político social cristiano Eduardo Fernández expresó: “Hay que revisar el modelo político centralista y el modelo económico
rentista y la cultura populista y la crisis de valores y hasta la crisis de
afecto que están en el fondo de nuestra crisis nacional”.[20]
Necesario es reconocernos y ponernos
en acción concordada y mancomunada en aras de un proyecto claro y sencillo, sin
fantasías y con objetivos reales a ser cumplidos por etapas y con rigor, con “sentido, coherencia y dirección”. Patria
somos todos, en ella está la convivencia y el respeto. En la patria está el
derecho a ser felices, siendo distintos y diversos, el derecho a tener una
calidad de vida por sobre todas las cosas y por encima del atajo y la maniobra.
En anterior texto nuestro decíamos: “las
políticas partidistas, el sindicalismo y el gremialismo han sido el “comején”
de los proyectos, las estructuras y las instituciones venezolanos”. [21].
Volvamos a Octavio Paz quien con
valentía dijo: “Nos movemos en la mentira
con naturalidad… De ahí que la lucha contra la mentira oficial y constitucional
sea el primer paso de toda tentativa seria de reforma”. Igualmente citemos
George Orwell «Libertad significa el derecho a decirle a la gente lo
que no quiere oír».
Sin recurrir a un malsonante
escatologismo, en español hay una palabra corta muy sonora de amplia
significación que designa: señal,
indicación, piedra, hito, mentira. En Venezuela llaman a los mentirosos
“mojoneros”. Con todo derecho y propiedad, exorcicemos esta nefasta era Mojolítica que ha destruido nuestra
patria. En el encuentro Voluntades que
construyen un país en el marco de la
exposición Manifiesto país, en la
Sala Mendoza, en la Universidad Metropolitana, el joven poeta Alejandro
Castro con rabia y vergüenza exclamó: «Bolívar,
tu nombre es una coartada»
[1] Orwell, George 1903-1950. Rebelión en
la granja. Traducción de: Animal farm, por Rafael Abellá - Barcelona, Ediciones
Destino, 1978, 18 cm. 186 p. Destinolibro. vol. v. 23. ISBN: 84-233-0922-3
JR20. Véase: p. 24.
[3] Prólogo de
Jean-François Revel, a la obra: Rangel, Carlos (1929-1988).: Del buen salvaje al buen revolucionario:
mitos y realidades de América Latina /
[por] Carlos Rangel.- 4ª ed.- Barcelona: Monte-Ávila, 1976. 257 p., 2 h.; 24
cm. D.L.: B 44414-1976 Oficina Barcelona. ISBN: 84-377-0049-3. CDU 008(8.03).
[4] Nava Contreras, Mariano José: Releer a Carlos Rangel. En: El Universal.- Caracas. Viernes, 4 de
octubre de 2013.
[5] Rangel,
Carlos (1929-1988).: Del buen salvaje al
buen revolucionario: mitos y realidades de América Latina / [por] Carlos
Rangel. Prólogo de Jean-François Revel.- 4ª ed.- Barcelona: Monte-Ávila, 1976.
257 p., 2 h.; 24 cm. D.L.: B 44414-1976 Oficina Barcelona. ISBN: 84-377-0049-3.
CDU 008(8.03). Véase: p. 19
[6] Ob. Cit. p. 25
[7] Ibíd. p. 27.
[8] Ibíd. pp-30-31.
[9] Blanco Iturbe, Luis
Felipe: “La profecía de 1969, artículo dedicado al doctor Uslar Pietri, El Globo, 09/04/2001, p. 26.
[10] Viso, Ángel
Bernardo.: Venezuela, identidad y ruptura/
Ángel Bernardo Viso.- Caracas: Alfadil. 1982. 146 p., 1 h.; 19 cm. (Colección Trópicos; 1). Incluye Indice.
Véase: p. 15.
[11] Viso, Ángel
Bernardo: Las revoluciones terribles. Caracas,
Grijalbo, 2000, 175 p. ISBN: 9802932078, 9789802932078. Véase: p. 171-172.
[12] En: Cesarismo democrático y otros textos /
Laureano Vallenilla Lanz.- Fundación Biblioteca Ayacucho. Nº 164. 1991. 382 p. ISBN: 9802761443; 9789802761449.
Véase: p. 21.
En: Venezuela moderna: medio siglo de historia,
1926-1976 / Ramón J. Velásquez... [et al.]. 2ª ed.- Caracas: Fundación
Eugenio Mendoza [etc.], Editorial Ariel, 1979 imp.1059 p.; 21 cm. (Horas de Venezuela; 3). Incluye Índices.
Véase: p. 941.
[14] Arráiz
Lucca, Rafael: “Como el samán”, en Los rostros del venezolano. Caracas, Fundación Ecológica
Pampero y Todtmann Editores, 1996, p. 17.
[15] Fernández-Savater Martín, Fernando (1947-).: Etica para amador”. Cap. VII. Ponte en su lugar.
[16] Esteva Grillet, Roldán: Para una crítica del gusto en Venezuela, Caracas, Fundarte / Alcaldía de Caracas, 1992.
[17] Izaguirre, Rodolfo: “Échale bruca maniguá”. En: El Nacional.-
Caracas. Domingo 20 de enero de 2013.
[18] Papa Francisco en una entrevista con Henrique
Cymerman, 13 de Junio de 2014. Disponible en:
https://www.youtube.com/watch?feature=player_detailpage&v=DvBjAQjg3uc
[19] Ugalde,
Luis, S.J.: Dignidad humana y educación.
Los “si” y los “no” según la constitución. En: Conferencia en el Encuentro
Nacional “Por una Educación de Calidad
para todos” (UCAB, 14 de Julio de 2014). Disponible en:
http://www.cerpe.org.ve/noticias-lector-principal/items/338.html
[20] Fernández,
Eduardo.: Problemas nacionales 2.
En:
Ultimas Noticias.-Caracas.
11/07/2014.
Disponible
en: Disponible en: http://www.ultimasnoticias.com.ve/opinion/firmas/eduardo-fernandez/problemas-nacionales-2.aspx.
[21] Maldonado-Bourgoin, Carlos:” Venezuela, cultura y petróleo”. En: Sembrando el petróleo: 100 años de historia.-
Caracas: Fundación Venezuela Positiva, 2001. XV, 474 p.: il.; 23 cm. Incluye
Bibliografía. Véase: Capítulo XXI.
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