Blog de Víctor José López /Periodista

lunes, 30 de julio de 2018

VENEZOLANOS EN UN TÚNEL Egildo Luján Nava

 Lleno de Espinas Venenosas

  
Formato del Futuro…

Los venezolanos han pasado a ser un dilema en sí mismo. Otro grupo de ellos, por caprichosa voluntad propia, ha decidido conducirlos y conducirse rumbo hacia lo desconocido. Todos lo hacen  dando tumbos, y obedeciendo conscientemente a concepciones fracasadas, como lo describen y demuestra cada una de las manifestaciones que exhibe el conglomerado conductor  en pensamiento y comportamiento; en propuestas y resultados; en reflexiones convertidas en motivos de análisis para quienes piensan, razonan y sienten, sin saber cómo identificar la matriz de dónde emergió tanta muestra de irracionalidad.

Centenares de miles de ciudadanos venezolanos han decidido migrar. Hombres y mujeres, por igual, sencillamente, le han dicho no más a dicha irracionalidad. Su promedio de edad oscila entre 18 y 35 años. Mejor dicho, con la edad y formación académica suficiente para optar por los espacios competitivos diseminados en más de 90 países, que es en donde se han ubicado hijos de Venezuela decididos a convertir sueños en hechos reales.

El contingente nacional más productivo de cualquier país, entonces, ha decidido tratar de conquistar, con dedicación y esfuerzos, los méritos fundamentales e imprescindibles para superar el culto a la mediocridad y a la arrogancia a los que está atada hoy la Venezuela de trabajo. Ellos se saben componentes de una generación de profesionales y técnicos formados en esa misma Venezuela, y que las circunstancias políticas, económicas, sociales, morales y culturales de su país, sin embargo, las colocan gratuitamente al servicio del desarrollo de  otras naciones.

Estar afuera y no aquí, desde luego, proyecta dos lecturas: los que se fueron, no regresarán. 0 una parte importante de ellos, sí volverá a su país, cuando él se transforme y ya no dependa de la voluntad irracional de quienes perseveran en sus cantos al pasado, reniegan del presente y no son capaces de asimilar la trascendencia que ofrece la amplia visión que siempre proyecta el futuro.

Las espinas venenosas de que está plagado el oscuro túnel nacional, sencillamente, no ofrecen otra posibilidad interpretativa que la involución proyectada ante la historia como un trofeo de aquellos que hoy se resisten a admitir la dolorosa verdad: se van los muchachos y muchachas formadas para competir. Y aquellos que hoy tratan de formarse en el país, sencillamente, aprecian con dolor, rabia, indignación y decepción que sus centros de estudio están cerrando por la carencia de educadores, por la indisponibilidad de transporte y de alimentos, como por el desmantelamiento general del sistema educativo venezolano.

Sin duda alguna, no podía ser de otra manera. Es la continuidad de una visión y decisiones de los mismos que no vacilaron en echar a la calle a más de 20.000 profesionales  de la industria petrolera venezolana, sin imaginar que una parte importante de ellos, por su formación profesional y méritos académicos, luego pasarían a convertirse en el pivote  fundamental del sector de los hidrocarburos en otras partes del mundo.

Adicionalmente, es la reedición de un gesto cretino que también se le aplicó a la industria eléctrica venezolana. De la misma que estaba catalogada como una de las más avanzadas tecnológicamente a nivel latinoamericano, y que era capaz de conducir un icono mundial llamado Guri, responsable de una eficiente cobertura nacional y de posibilidades exportadoras para Brasil y Colombia.

¿Cómo no renegar de lo que hizo posible la pérdida masiva de personal calificado, y de su posterior sustitución de otro contingente carente de profesionalismo, tan sólo para afianzar un proceso administrativo centralista, estatista y populista?. Bastaría un modesto sondeo de lo que ha sucedido con dicha actividad en general, para que se evidencien las causas de a qué se deben la proliferación de deficiencias en todo el sistema eléctrico nacional. Y todo se da, desde luego, mientras la cuantificación de inversiones hechas en el sector se expresan en obras fantasmas, como en depósitos en moneda extranjera en paraísos fiscales, para satisfacción de supuestos expertos, asociados, relacionados y apadrinados.

El otro ejemplo dramático de este conjunto de casos que ponen de manifiesto lo que ha perdido Venezuela en materia de recursos humanos, a partir del tratamiento recibido desde las instancias públicas, sin duda alguna, es el relativo al sector salud. Según cifras del sector, más de 24.000 médicos de todas las especialidades han migrado, igualmente, un número considerable  de técnicos y de enfermeras (ros) se han ido.

Venezuela contaba con prestigio internacional por la calidad de su servicio de salud y calificados profesionales. Hoy, lamentablemente, la falta de personal en el sector, el deterioro de instalaciones públicas y privadas, además del desabastecimiento de medicinas en el país, plantea una situación dramática, además de una urgente necesidad de ayuda humanitaria internacional, por la grave situación sectorial, incluyendo la  sanitaria.

El futuro inmediato no presagia para el país un panorama nada halagador. Muchas voces se han alzado y se han hecho sentir. Sin embargo, sus planteamientos  caen en oídos sordos. La realidad, no obstante, es terca. Y ella proyecta ante la ciudadanía la pretensión gubernamental de la minimización de los problemas, como de tratar de convencer, a propios y extraños, que lo que sucede negativamente en Venezuela, está promovido y alentado desde el exterior. Jamás desde los despachos gubernamentales del país. Desde allí, precisamente, emergen anuncios oficiales que no dejan de ser un reparto de ilusiones; que nunca cuajan.

A propósito de anuncios, a los venezolanos se les ha dicho hoy que se permitirá importar equipos industriales sin aranceles y limitaciones. Asimismo, que se permitirá el ingreso de capitales de inversión con derecho a repatriar dividendos, a la vez que se anuncia una recapitalización de activos al Banco Central transfiriéndole reservas petroleras en el subsuelo.

No obstante, nuevamente, postergan el problema de escasez del circulante entre otros anuncios, olvidando que lo que se requiere para cambiar este engorroso panorama, es confianza. Y  la confianza jamás se hará presente, desde luego, si Venezuela no cambia de rumbo económico, y los administradores del Estado insisten en anteponer su ideología por sobre los propósitos y fines de la economía que están descritos en la vigente Constitución de la República.

La olvidada hiperinflación, por otra parte, mientras avanza, se fortalece y aniquila el derecho venezolano a vivir en un ambiente de bienestar, está forzando a dar pasos verdaderos y convincentes para una reconciliación. Su desenvolvimiento ha hecho posible la aparición de un llamado a los organismos internacionales, como a la propia Iglesia Católica para una convincente intermediación, haciendo a un lado las retaliaciones y anteponiendo el bienestar del país y sus ciudadanos a todo conflicto personal, o sobre intereses mezquinos. 

Se le olvida, sin duda alguna, de manera intencional.  Porque no se le quiere hacer frente desde sus orígenes, hasta la administración de lo que se acuerde. La ciudadanía opositora, al igual que  ex partidarios del Gobierno, y que ya suman más de un  80% de la población,  no cree en cantos de sirenas, tampoco en anuncios efectistas, a partir de una reforma económica que no plantea respuestas ciertas ante el hambre. Asimismo,  que se desentiende de la  inseguridad, la cual enluta a la población, también avasallada con servicios públicos de mala calidad.

Los venezolanos, definitivamente, aun dentro de un oscuro túnel rebosante de componentes que envenenan espíritu, pensamientos, sentimientos y conducta, no quieren soluciones concebidas y administradas más allá de las fronteras de país. Pero tampoco desea mantener una actitud de aceptación y silencio de la expansión de la diáspora venezolana.

El difícil, complejo y exigente problema general que se registra en toda Venezuela, amenaza con expandirse. Ya los países vecinos son parte de dicha realidad, a partir de su disposición en registrar la presencia de una comunidad de refugiados venezolanos. No obstante, las causas del problema, en cambio, parecieran estar siendo amparadas y resguardadas  desde el seno de la propia Venezuela, al extremo de que se les aprecia y observa invariables.

Sobre todo, porque se recurre a audaces improvisaciones que, en el fondo, plantean abusivos distraccionismos, mientras que a las naturales e inevitables reacciones se les atiende con amenazas y violentas agresiones.

Cada día, se multiplican las protestas que, en muchos casos, nacen y se reflejan como hechos angustiantes de parte de la propia estructura gubernamental. Y la respuesta es ninguna.

El hambre avanza a una mayor velocidad que a la desaparición del dinero en efectivo y el dinero electrónico. Y el origen no está en los bancos, sino en una modalidad gubernamental atada a objetivos ideológicos que pudieran concluir convirtiendo la tolerancia en violencia.      

No se debe permitir que la tolerancia se convierta en intolerancia. Pero no mediante la restricción al empleo del legítimo derecho humano a exteriorizar obvios sentimientos y sufrimientos. Sí, en cambio, asumiéndose que existen sistemas y alternativas para enfrentar las causas del problema en general, y que a lo peor que se puede enfrentar la Nación es a convertirse en espacio franco para que se propicie una insurrección colectiva con la que todos los venezolanos terminarán siendo inevitables perdedores.


Egildo Luján Nava

Coordinador Nacional de Independientes Por el Progreso (IPP)

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